viernes, 24 de septiembre de 2021

EL CERRO DEL BERROCALILLO Y AMBRACIA.

 

El CERRO DEL BERROCALILLO Y AMBRACIA.

 

La tesis que mantiene los principios fundacionales está basada en los privilegios en el privilegio de Alfonso VIII, que considera a dicho rey como fundador de la ciudad, tesis que seguirán muchos, pero que no estoy de acuerdo con ella.

Repartida por nuestros contornos la población neolítica de la que nos dan pruebas los yacimientos estudiados cercanos a Plasencia “Berrocalillo- Boquique”, y siendo este crestón de Plasencia un terreno perteneciente al mismo Valcochero, y no estando entre si distante más de dos kilómetros en línea recta, es necesario admitir que sobre el suelo de Plasencia vivieron la misma gente que ocuparon los cerros inmediatos.

Esta población neolítica, que aún no se había liberado del gravamen de la cueva y que sigue utilizándola, aunque ya en esta cultura es mitad cueva mitad construcción adosada a ella, prescinde para siempre de aquella perduración paleolítica al iniciarse la época subboreal (equivalente a la mayoría del Neolítico y la Edad del Bronce el clima en general fue más seco y ligeramente más frio) y en el principio de esta sequía que va a prolongarse.



A este padecimiento climático es al que achacamos el abandono definitivo del Berrocalillo y Boquique en beneficio del cerro de Plasencia. Lo impone así la constitución granítica de las laderas sobre la que estos yacimientos asientan, únicamente dotadas de fuentes intermitentes, casi siempre azotadas en los estiajes ordinarios, y que en aquel periodo climático debieron de cesar, como tales, desde los primeros momentos. Esta necesidad vital es la que traslada al hombre y a sus viviendas a los márgenes de las corrientes superficiales de agua, cuyo volumen, permanencia y cantidad, les garantizaba el suministro de este indispensable elemento.

Plasencia, que es la cabeza de toda la comarca, debe tal imposición a sus propiedades fisiográficas y muy especialmente al rio que la envuelve.

Rara vez el hombre prescinde de los beneficios naturales y crea grandes centros urbanos rodeándolos de artificiosas componendas que, por otra parte, nunca llegan a alcanzar la perfección de lo que se trata imitar.

El impuesto geofísico de Plasencia se ejerció sobre el ser humano desde que este fija su vivienda y ocupa las estructuras superiores del suelo.


La situación del cerro, envuelto en sus tres cuartas partes por el cauce del Jerte, y la parte restante despegada por un profunda vaguada de su continuidad de Valcochero…; su altura 350 metros sobre el nivel del mar; el frontón que la loma de Valcochero crea, resguardándole de los vientos del septentrión (viento que sopla del norte)…; su posición  en relación con el amplio y profundo valle del Jerte, que además de dotar a su ambiente del grado higrométrico conveniente le libra de los calores  excesivo del verano por las corrientes de aire frio que le llegan después de rozar las cumbres de Gredos…; la salubridad de sus suelos de constitución granítica y elevado más de veinte metros sobre el nivel del rio…; el favor que le dispensa el foso fluvial, haciéndose inexpugnable en 15 kilómetros de su cauce y solo creando -como hecho a medida- un amplio vado a la altura de esta implantación…; al estar donde el valle se ha abierto plenamente para que el sol le añe  en toda su dirección…; colocan a Plasencia muy por encima de cualquier otro lugar de nuestra comarca que se estudie y analice bajo estas miras de salubridad, acondicionamiento y sanidad.

Y como quiera que las necesidades vitales del ser humano son las mismas desde que tenemos noticias de su existencia, no puede tampoco negarse, por esta otra vía de razonamientos, que el cerro agrupó vida humana desde que esta se siente inclinada a vivir en sociedad.

Por esto, sabemos por los restos arqueológicos encontrados que la población neolítica vivió desde el principio sobre él y luego ser el único punto que pudo superar la grave sequía de la época subboreal.

La población de estos cerros, se asentó poco a poco en lo que hoy es Plasencia, posiblemente en lo que hoy conocemos como la Puerta del Sol hasta la Plaza, en esta zona encontraron una cabeza de Toro (arte de plástica Celtibera) que se hallaba sobresaliendo del liso blanqueado de una pared en la calle de San Pedro, y posiblemente hallada en esta zona, también las figuras o caras empotradas en los muros de la iglesia del Cristo de las Batallas nos hacen pensar que este lugar fuera el nacimiento de Ambracia.

Fotografías de José Gutiérrez Delgado.

José Antonio Pajuelo Jiménez

                                                          "CREANDO CULTURA"

 

1 comentario:

  1. Según Alejandro Matías Gil, en su célebre libro "Las siete centurias de la ciudad de Alfonso VIII", Plasencia no fue Ambracia, sino Ambroz.¿No es así?
    Un saludo.

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