Hace unos días, pude leer, que se había descubierto el
primer relato de la humanidad, al encontrase unas pinturas rupestres que narran
la escena de caza más antigua. Se trata de unas pinturas de al menos 43.000
años de antigüedad. En ellas aparecen unas criaturas fabulosas, figuras humanas
con características de animales, que emplean lanzas y cuerdas para atrapar
grandes mamíferos. Según los investigadores, es la evidencia más temprana para
imaginar la existencia de seres sobrenaturales.
Se encuentran en la cueva de Leang Bulo Sipong 4, aquí
se descubrió el contorno en rojo de una mano humana. Todo ello es anterior que la famosa y
bella “Capilla Sixtina de Altamira (35.600 años).
Este motivo me
obliga a comentar las pinturas rupestres de Monfragüe,
descubiertas en 1970, hecho que representó un gran revuelo científico, pues fue en su momento unos de los primeros hallazgos sobre la prehistoria
de Extremadura.
En la amplia representación de arte rupestre que nos
encontramos en la cueva o Abrigo del Castillo de Monfragüe, y en la que podemos
apreciar las diferentes etapas de transición de las diferentes sociedades de la
época, En su mayoría estas pinturas corresponden a su mayor parte al periodo
Neolítico hace unos 2500 años, que es cuando se produce el cambio social cuando
el hombre va abandonando la caza, y comienza la domesticación
de animales y se dedica al cultivo.
En este Abrigo podemos admirar figuras que fueron
pintadas en el Epipaleolítico (8000-9000, A, C.) el mejor ejemplo es un ciervo
que esta difuminado del que más adelante hablaremos y el de las figuras antropomorfas. Parte de
las figuras de este panel, las superiores más gruesas y de un color rojo más
apagado, son de la época neolítica, mientras que la se encuentran más abajo,
más finas y mejor acabadas, serían más modernas, pudiéndose fechar en la Edad
del Bronce.
El
conjunto figurativo más conocido y mejor conservado del abrigo es el resultado
de varios añadidos, como se demuestra las superposiciones de varias figuras y
la diferencia de la ejecución de los motivos
La descripción comienza con una figura
singular, infraespuesta de los antropomorfos en trazo grueso de la parte
superior de un conjunto romboidal de antropomorfos. Las ultimas labores de
limpieza han permitido definir con claridad la figura de un cérvido que se
caracteriza por estar ejecutado con una técnica distinta de resto del conjunto
figurativo: uso de relleno corporal en tinta plana y marcado estilo
seminaturalista. Sus mejores paralelos extremeños se encuentran pintados en la
comarca de las Villuercas, en el Paso de san Pablo, en el término de Berzocana,
o Cancho de Burra cerca de Cañamero. Se podrían fechar en el periodo
Epipaleolítico momento en que se concede una destacada importancia a los
animales de carácter cinegético, base económica de las sociedades depredadoras.
En consecuencia, esta figura sería la más primitiva del este conjunto pintado
del abrigo, constituyendo la primera fase de su secuencia gráfica.
Un segundo
momento de realización estaría caracterizado posiblemente por la representación
de una serie de motivos antropomorfos de trazo grueso y tonalidad anaranjada
que responden a los patrones clásicos del arte rupestre esquemático Neolítico y
Calcolítico. Finalmente, a tenor de los elementos de clara indicación
jerárquica que aparecen en algunas figuras, se a considerado la posibilidad de
un momento avanzado, quizá la Edad del Bronce, para la serie de motivos
antropomorfos de trazo fino y tonalidad más oscura.
El reflejo de
esta estructura social jerarquizada se muestra en el conjunto rupestre que nos
ocupa con criterios tanto espaciales como formales: de este modo los
antropomorfos principales marcan su rango mediante su posicionamiento en las
zonas de privilegio “ los lugares centrales de la escena” y su caracterización
por medio de una series de pequeños detalles complementarios, el tocado radial
posiblemente de plumas, que muestra la figura central, y el apéndice
lateral que esta misma ostenta en la cintura ¿un arma? ,
o las puntuaciones que otros de los antropomorfos muestran bajo las axilas, tal
vez pectorales o algún tipo de tatuaje corporal.
Similar a
este segundo grupo de motivos es un trío situado algo a la izquierda del
principal y en que la figura central aparece igualmente resaltada con tocado de
plumas, y apéndices que surgen de ambos lados del tronco dos de ellos recreando
un posible faldellín.
Estos dibujos
parecen sugerir, la recreación de una ceremonia concreta, con un determinado
esquema social o orden ritual dentro de una concepción jerárquica.
En la zona central contiene
un conjunto de motivos en estado de conservación excelente, donde destaca una
figura humana que presenta cuerpo y cabeza bien definidos, con brazos y
piernas, por encima, de color rojo anaranjado, se sitúa en antropomorfo con
extremidades abiertas e indicación del
falo, y a su derecha otro de menor tamaño.
Las pinturas suelen poseer en su mayoría un color ocre de diferentes tonos, aunque aparecen también en menor número los pigmentos blanco y negro. Dependiendo del color se usarían diferentes materiales, para el rojo se utiliza el óxido férrico, para el negro el óxido de manganeso y la cal para el blanco. Los pigmentos se mezclan con un aglutinante que puede ser desde agua hasta saliva o sangre, combinándose para su aplicación directa o indirecta en la roca, esta ultima solando pintura desde un tubo a modo de cerbatana.
Todo esto, es
un breve resumen de lo que podemos conocer al visitar el Abrigo de Monfragüe, que de forma guiada podemos hacer.
Animaros a descubrir Extremadura.
Biografía: Guia Arqueológica de Extremadura.
BELTRÁN LLORIS, M.
(1973): " Las pinturas rupestres esquemáticas del Castillo de Monfragüe en
Torrejón el Rubio (Cáceres) ", Estudios de Arqueología cacereña.
Monografías arqueológicas XV, Zaragoza, 59-8
Jose Antonio Pajuelo Jimenez.
"CREANDO CULTURA"
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