lunes, 30 de octubre de 2023

CASA DE LORENZO GALINDEZ DE CARVAJAL.

CASA DE LORENZO GALINDEZ DE CARVAJAL

 

Haciendo esquina con la calle de Santa Clara y la plaza de la Catedral, nos encontramos con la casa de Galíndez de Carvajal, aquí nació este placentino ilustre que fue catedrático de la Universidad de Salamanca, consejero de los Reyes Católicos, y ocupando numerosos cargos importantes con el Emperador Carlos. Lo único a destacar en esta casa la que conocí siendo niño, pues en ella residía D. Amancio fuentes y Doña Josefina Vega muy amigos de mis padres. Don Amancio con orgullo me enseñaba e artesonado y me lo explicaba, Al fallecer estos, la casa pasó a ser propiedad del ayuntamiento, y ahora se encuentra la Sociedad Extremeña de Arqueología y de Patrimonio. Mis recuerdo fueron emotivos al pisar de nuevo muchos años después y poder disfrutar de lo que de niño me mostraron; un artesonado mudéjar que como bien explica mi amigo y compañero German Corcho en su blogspot Los escudos de Plasencia”, representando el sol rodeado de estrellas y de los planetas conocidos entonces, entre esos círculos y en el entro del artesonado hay una estrella de ocho puntas que enmarca otra estrella. Las fotos que mostramos unidas en una panorámica, podéis verlas en el citado blogspot.


A continuación se describe una pequeña biografía de este ilustre placentino.

 

LORENZO GALINDEZ DE CARVAJAL

 

Lorenzo Galíndez de Carvajal, gran personalidad en la historia nacional, recordar su nombre es una deuda de gratitud y de justicia a este placentino, nacido en nuestra ciudad en el 23 de diciembre de 1472, su madre pertenecía a una distinguida estirpe de Cáceres, de ella tomo su primer apellido. En más elevada alcurnia se encontraba su padre Don Diego González de Carvajal, arcediano de Trujillo y posteriormente de Coria.

 Caso con doña Beatriz Défila, hija de don Pedro Dávila, señor de las Navas Fue jurista y cronista de Castilla, Catedrático de Prima de Leyes de la Universidad de Salamanca, y en 1499 fue nombrado a los 26 años por los reyes Oidor de la Chancillería de Valladolid y posteriormente antes de los treinta años fue elevado a consejero de la Corona de los Reyes Católicos (año de 1502). 


Según Baltasar Cuart Monet, nos dice que había un linaje oculto, y para alcanzar esta posición, tuvo que manipular sus orígenes familiares, siendo como era hijo de un arcediano y de una moza de servicio de una posada. Las manipulaciones de D. Lorenzo tuvieron el éxito apetecido, sin embargo, treinta años después de su muerte las informaciones realizadas por un nieto suyo que quería ingresar en el Colegio Mayor de Oviedo, de Salamanca, sacarían a la luz toda la estrategia familiar que tuvo que poner en marcha su abuelo para alcanzar la posición a la que llego.

  Se distinguió más como jurista, catedrático de Salamanca donde obtuvo el doctorado en 1503 y presidente del Consejo Real, pero su obra literaria e histórica fue realmente destacada. Fundamentalmente aportó una crónica de notable importancia Anales breves de los Reyes Católicos, pero también escribió un “Memorial o registro breve de los lugares donde el rey y la reina Católicos estuvieron cada año, desde 1468 en adelante, hasta que fallecieron, lo llevó de indiscutible interés, junto con otros escritos y sus obras jurídicas, se le encargo recopilar tantas leyes y pragmáticas reales, pues los Reyes le eligieron para la confección de un cuerpo legal único, del que se encarga y cuya recopilación se perdió.

  Con paso firme creció el prestigio del ilustre placentino y la fama de su saber fue reconocida por los más profundos juristas. Sus opiniones eran antología, hoy diríamos que sentaban jurisprudencia, Fue requerido para el ordenamiento y promulgación de las Leyes de Toro. Con el Licenciado Zapata, confeccionó y firmo el Privilegio para la casa de Contratación sobre jurisdicción civil y criminal. Schafer especialista moderno lo califica como uno de los mejores informados y perito en temas jurídicos de las Indias Los más altos Consejos reclamaban su presencia, su doctrina y su honradez.

 

 El Emperador no prescindía de sus dictámenes en los casos difíciles. Herido de muerte el rey don Fernando llamó al Dr. Galíndez y otros más para tomar su postrera y trascendental decisión sobre la elección de quienes le sucediesen en el trono. Y ocurrido el óbito de regio, el Dr. Galíndez de Carvajal con el Lic. Vargas, padre del futuro obispo de Plasencia, don Gutiérre de Vargas y Carvajal, fueron como embajadores ante el Cardenal Adriano, luego Papa para notificarle la muerte del rey y los últimos deseos fernandinos sobre su nieto don Carlos, en cuyo nombre gobernaba el Cardenal.

Cuando Cisneros, con los Prelados y los Grandes, discutían si don Carlos, antes del juramento en las Cortes, debía titularse rey o no, citaron como árbitro definitivo y supremo al Dr. Galíndez de Carvajal. La disertación del eminente jurista de Plasencia ganó el asentimiento de la altísima asamblea, y don Carlos fue llamado desde entonces rey de España.

  Perteneció a la Orden de Calatrava. Fue regidor perpetuo de Plasencia, Tenerife y Sagunto, Escribano Mayor de Sacras, Puertos y Aduanas, Cronista de los Reyes Católicos y en parte del augusto Carlos I de España. Sus trabajos también fueron destacados en el campo de la Historia y en las indagaciones sobre linajes y genealogías de muchas familias, Reyes Católicos, Crónica de Enrique III y Juan II, pero su obra más importante es la Crónica de Enrique IV, linajes de Fabián Pérez de Guzmán y Carlos V.

  Fue nombrado Correo Mayor de India, privilegio concedido por la reina Juana de Castilla y a su vez por cedula firmada por el Rey Fernando el día 14 de Mayo de 1514, para organizar un sistema de organización seguro entre la península Ibérica y el Nuevo Mundo, y ratificado en su cargo por Carlos V, el 27 de octubre de 1525, Este cargo fue concedido a perpetuidad para Carvajal y sus sucesores con el carácter de monopolio, y desde este momento solo podían ser despachados los correos por él o en quien delegara, y si no fuera así seria multado con diez mil maravedíes, quien contraviniese la orden. Este privilegio duro hasta mediados del siglo XVIII.

  Como curiosidad citaré, que en 1526, Carlos V, reunió a la junta de prelados para encontrar soluciones al problema planteado por la minoría morisca, el Dr. Galíndez redacto un dictamen bajo el epígrafe “ Padecer” proponiendo diversas medidas, para alcanzar la máxima asimilación de los moriscos a las costumbres del reino, subrayó la necesidad del que el cura vigilase a los que cayeran enfermos, el objetivo era evitar cualquier contacto del moribundo con el alfaquí, y el segundo evitar que los musulmanes cumplieran con su rito ( Aptitudes ante la muerte en la Granada del Siglo XVI, Pág. 538 de Amalia García Pedraza).

  A la edad aproximada de los 56 años se retiró a descansar a Plasencia. Acaso víctima de alguna enfermedad, ya que su vida no había llegado a la longevidad ordinaria para juzgarle jubilado forzoso. De las menguadas noticias que se conservan, no puede deducirse como vivió en la última etapa de su vida, ni siquiera la fecha exacta de su muerte. Solo sabemos que no llegó a ser sexagenario porque en 1528, su propio hijo, habla de su difunto padre. Falleció en 1527.

   Unos treinta manuscritos se conservan en bibliotecas españolas esperando que alguien los estudie y los publique con entusiasmo para gloria de su autor y culta satisfacción de sus admiradores y placentinos de hoy. No es explicable el silencio histórico de la inmensa y meritísima obra histórica y jurídica del célebre placentino, estimado y respetado por los sabios de su tiempo. Esperamos que la colosal figura del Dr. Galíndez de Carvajal, salga del silencioso olvido y ocupe en la historia de Plasencia y en la masa popular el renombre que por justicia corresponde a su saber, a sus escritos y a sus méritos de inmortalidad. Agradecemos la documentación aportada por Teodoro Fernández.

 

 

                                       José Antonio Pajuelo Jiménez.

 

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lunes, 16 de octubre de 2023

CONVENTO DE LAS CLARAS ( HOY COMPLEJO CULTURAL LAS CLARAS).

 

DATOS PARA LA HISTORIA-EL CONVENTO DE LAS CLARAS.

Hoy todavía podemos admirar esta bella portada de arco conopial muy elegante al entrar en el recinto del que fue la iglesia del convento, fachada, obra de Rodrigo Alemán con los blasones de las armas de los Carvajales y Camargos, sus constructores y patronos, que según fray Alonso Fernández, explica que este convento fue fundado en el año en que Rodrigo Dávila, entro en Plasencia, que fue nombrado obispo en el año 1470, aunque tardó unos años en tomar posesión de la diócesis, concretamente hasta el día 8 de Abril de 1475, en que juro los estatutos de la iglesia.


Por aquel entonces el convento empezó a ser construido a finales del reinado de Enrique IV, con anterioridad al año 1474,aunque de momento no se puede afirmar al carecer de la documentación correspondiente. Nos basamos en los escrito de Barrios y Rufo y Fray Alonso.
Bajo la advocación de Santa Ana se fundó el convento de la Santa Clara, perteneciente a la Orden de San Francisco, sobre las casa en que habitaba el bachiller en leyes Alonso Ruiz de Camargo, sitas en la calle de santa María, que llegaron a sustituir a las que propuso doña Sevilla López de Carvajal para esta institución que estaban situadas en la calle del rey. Esta mujer fue la primera esposa del bachiller, quién se  encargó de cumplir el testamento de ella otorgado el 20 de junio de 1467. Su segunda esposa, doña Beatriz de Monroy, hija de Hernán Pérez de Monroy, el bezudo, V señor de Monroy. Otros albaceas testamentarios fueron los hermanos del esposo Don Julián y Don Diego, y además don Fabián de Monroy, hermano de doña Beatriz, según consta en el archivo de la Catedral Nueva, en el pié de estas páginas ofrece las disposiciones acerca de este cenobio contenidas en el testamento  del aludido matrimonio.
Recibió un nuevo impulso con la subida al trono de los Reyes Católicos, pues en 1495 le concedieron unas casa continuas y la sinagoga, según afirma Asensio Morales, que con anterioridad había pertenecido a los antiguos judíos expulsados, además recibieron 17.000 maravedíes, que le concedió Fernando el Católico en el año 1488 que estuvo en Plasencia.
Recibió también 50.000 maravedíes, por el Maestre de la Orden de Alcántara, el placentino Juan de Zúñiga y Pimentel.
Para darnos una idea de la importancia de sus enterramientos que existían en la iglesia, baste decir que en su capilla mayor se enterraron el bachiller Ruiz Camargo y sus descendientes.
Actualmente se encuentra en la Catedral de Málaga


Los condes de la Oliva, descendientes indirectos de los funda­dores, ayudaron siempre con limosnas y fueron patronos del con­vento de Santa Clara. Escogieron su capilla para enterramiento y sepultura. Así consta de testimonio presentado ante escribano pú­blico por doña Luisa de Vargas y Carvajal, vecina de Plasencia, viuda y heredera de don Pedro Pablo Calderón, conde de la Oliva, de una copia de testamento hecho en Plasencia, a 28 de septiem­bre de 1744, según el cual este don Pedro Pablo Calderón Vargas Camargo Trejo y Sotomayor, conde de la Oliva, señor de las vi­llas de Siete Iglesias, Grimaldo, las Corchuelas y el castillo de Al­monfragüe, alcaide de los castillos de la ciudad de Santa Fe y villa del Pinar, en el reino de Granada, y regidor perpetuo de Plasencia, quiere ser enterrado en el convento de Santa Clara, del que es pa­trono. Nombra testamentarios a don Luis de Vargas Carvajal, su suegro; a don Antonio Lorenzo de Vargas Carvajal, alférez mayor y regidor decano del ayuntamiento de Plasencia; y a don Ausano de Carvajal Nieto y Girón, señor de la villa de Torre Cardela, en el reino de Granada. Deja por única y universal heredera a doña Luisa de Vargas Carvajal, condesa de la Oliva, su legítima mujer. (Archivo de la catedral de Plasencia, leg. XI, número 21).
También comentan diversos autores que ambos lado del presbiterio existían bellos enterramientos, con magníficos sepulcros en forma de retablos de orden dórico.
 A uno y otro lado del altar mayor, en forma de retablo al estilo dórico, había dos elegantes sepulturas. La que estaba en la parte del evangelio, “hoy encontramos la laude gótica de perteneciente a unos de los alcaides de la fortaleza de la ciudad, un guerrero que empuña entre sus manos un escudo, que trae castillo mazonado”. decía: «Joan­nis de Vargas, Caroli V et Fillipi II consiliarius, in supremo Italiae consilio regens atque in Flandriae s enatu justitiae praesens, jacet exigua in urna, magno viro, hujus capellae et monasterii patrono, una curri uxore domina Agote de Camargo, domina villarum Oli­vae et Placentiunenlae» Puesto en romance de Castilla, significa: «Juan de Vargas, consejero de Carlos V y Felipe II, regente del su­premo consejo de Italia y presidente en el de Flandes, yace en exi­gua urna; gran varón, patrono de esta capilla y monasterio, junta­mente con su mujer doña Inés de Camargo, señora de las villas de la Oliva y Plasenzuela». Esta laude fue retirada en 1945, y llevada al atrio del antiguo asilo de ancianos, hoy colegio de San Calixto.
 Por muchas indagaciones no hemos podido localizar su ubicación, la misma suerte tuvo también la siguiente laude de la sepultura que se encontraba al lado de la epístola, que decía una leyenda: «Descansan aquí Miguel de Vargas, caballero de la orden de Santiago, comendador de Castillejo de la Cuesta, se­ñor de las villas de la Oliva y Plasenzuela, hijo de los mismos Juan e Inés, cuyos cuerpos yacen en el entierro de enfrente, juntamente con el de doña Elvira de Trejo y Carvajal, su mujer; cuyo yerno don Rodrigo Calderón, caballero de Santiago, conde de la Oliva, comendador de Ocaña, juntamente con su mujer doña Inés de Var­gas, hija de los dos señores, esta capilla restauraron y pusieron nueva renta al monasterio». Esta nueva renta fue de 200 ducados.


A ambos lados de los enterramiento que hemos citado, hay dos blasones que traen un campo cuartelado en cruz, con las armas 1º.-Calderon, aquí de oro, dos calderos de sable puesto en palo. 2º.-Vargas de plata, tres faja ondeadas de azur. 3ª.- un árbol resaltado de un león empinado a su tronco. 4º.- Camargo, cinco calderos fajados de escaques de oro y de sable puestos en aspa; bordura de gules, cargada de ocho aspas de oro



En el altar de San Cristóbal, frente a la puerta de entrada, en el arquitrabe del retablo, hay esta inscripción: «Este enterramiento es del ilustrísimo señor don Gabriel Pizarro, arcediano de Medellín en esta santa iglesia de Plasencia. Murió víspera de Nuestra Señora de Agosto, de 1571»,


Encima de este, nos encontramos una cartela ovalada, granítica, policromada donde se muestran las armas de Pizarro y Carvajal, traen los Pizarro un campo de plata y en la mitad un pino, que toma desde abajo y a cada lado un oso rampante, que está mirando a lo alto del pino


Tras el arco toral del presbiterio desde la clave central, que ofrece un escudo policromado, con las armas de su patronos, de la que parten ocho brazos de granito en la dirección de los puntos cardinales, uniéndose a los extremos con dos nervios de berrueco que proceden de la otra clave secundaria, y que traen otros tantos escudos de estilo español, plenos, sin armas, pero rodeados de una finísima filigrana gótica calada. Esculpidos en los nervios se admiran hasta treinta y dos querubines de granito, teniendo cada uno entre sus manos un escudo policromado con las cinco llagas sangrantes de San Francisco. Obra digna de admirar y atribuidas a los maestros canteros Pedro González y a su hijo Francisco, el que según comentan los clásicos aventajo a su padre en el arte de la labra de la piedra.

Para descubrir el origen del retablo, antes citado y ubicado en la Catedral de Málaga, en la Capilla de San Francisco, hay que mirar hacia su cornisa.


Descubrimos dos escudos nobiliarios, iguales a los que se encuentran encima de los altares laterales los del Marqués de Siete Iglesias y Conde de la Oliva, que sufragó la construcción de esta magnífica obra de escuela castellana del siglo XVII, que fue donado por la Marquesa Viuda de Larios, María de los Ángeles Suarez de Gallarza a esta digna Catedral, la cual lo dono a esta digna Catedral, comprándolo en Plasencia en 1945. No comprendemos el porqué los condes de la Oliva de Plasencia, cuando la desamortización, no reclamasen las dependencias del monasterio, que se hubiera salvado de su ruina.



                                                José Antonio Pajuelo Jiménez.

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jueves, 5 de octubre de 2023

EL CONVENTO DE LAS DOMINICAS

 

 HISTORIA DEL CONVENTO DE LAS DOMINICAS 

 

Este convento fue fundado en el año 1.538, fueron sus fundadores Martín López de la Mota, regidor de la ciudad, y su hermano (de madre) el racionero Pedro Domínguez de la Mota. Sus primeros moradores fueron monjas de la Orden de Predicadores, (Dominicas).

El edificio está constituido por dos cuerpos de edificio, unidos en la planta alta por un pasadizo cubierto sobre la calle de la Encarnación, el edificio que da a la plaza del mercado está constituido por la iglesia y dependencias de diverso uso.

En el solar que ocupa este convento se pensó construir las dependencias del Tribunal de la Santa Inquisición, el cual se pensaba trasladar de Llerena a Plasencia, cosa que no llegó a realizarse y por lo tanto no se construyó el edificio. Al lado de la puerta del convento (calle Encarnación), se aprecian los restos de lo que fue una gran torre llamada del Arcediano de Medellín. El nombre le viene de que este edificio era la casa del dicho arcediano, por el año 1.585.

Fue la casa solariega del Arcediano de Medellín, Gabriel Pizarro (1573). Este Arcediano está enterrado en la iglesia de las Claras, en el altar de San Cristóbal, frente a la puerta de entrada, en el arquitrabe del retablo, hay esta inscripción: «Este enterramiento es del ilustrísimo señor don Gabriel Pizarro, arcediano de Medellín en esta santa iglesia de Plasencia. Murió víspera de Nuestra Señora de Agosto, de 1571»,



En el año 1.790 se hace un corredor sobre la muralla, aprovechando uno de sus cubos, para que sirva a las monjas para tomar el sol.

 En la fachada de la iglesia, se pueden ver una hornacina con un busto de la Virgen con el Niño, el escudo de los Zúñiga, el escudo de la Orden, y en el año 2.001 al reparar la fachada apareció un escudo en el cual se ve una gran flor de lis sobre un montón de piedras.

Hasta hace pocos años estas religiosas se dedicaron a la enseñanza de niños, pero en los últimos años del siglo XX decidieron volver a la clausura y no tener contacto directo con las personas. Al otro lado de la calle Encarnación está el convento propiamente dicho. En el muro de este edificio hay una pequeña hornacina en la cual se ve una imagen de piedra que representa a la Virgen de la Misericordia.

Se encuentra al final de la iglesia de la plaza de San Esteban y calle las Claras hasta el Seminario Mayor, en su parte trasera la calle de la Encarnación, uniéndose a la parte de clausura por un pasadizo volado, que comunica con la clausura.

Entre sus obras, merece destacar según mmi criterio:


El RETABLO.

Las primeras monjas que se instalaron en este convento procedían del cenobio vallisoletano de Santa Catalina de Siena, por lo que podemos decir que su construcción es de influencia artística vallisoletana. Hasta el año 2004 el retablo que cubría el testero de la iglesia del convento de la Encarnación era el resultado de una serie de adaptaciones modernas realizadas para albergar las esculturas de un conjunto procedente de la primera mitad del siglo XVII. En él va representada la Anunciación del Arcángel San Gabriel a María, el Ángel llega por la izquierda de la Virgen, posado en una nube como gesto anunciador señala hacia el Espíritu Santo en forma de paloma con el dedo índice de la mano derecha; porta en la otra mano el bastón de mensajero celestial, con una filacteria en cuyas volutas posemos leer las primeras palabras del Ave María.

La Virgen recibe el mensaje mientras permanece arrodillada en un reclinatorio, con un libro. Ante la llamada del Ángel, vuelve la cabeza con delicadeza, con la mano izquierda sobre el pecho y la otra abierta.

El simbólico jarro de azucena de sitúa en el medio de la escena., la cual preside desde lo alto un busto del Padre Eterno emergente entre las nubes pobladas de cabezas angélicas; porta en la izquierda la bola del mundo mientras bendice con la derecha. Llama la atención la barba ondulada, terminada en diversa puntas, siguiendo la modalidad de Gregorio Fernández.

La escena de la Anunciación se acompaña en los nichos del retablo con otros santos de la Orden de Predicadores algunos sobre la peana decorada con rectángulos, de izquierda a derecha y de arriba abajo: Santa Rosa de Lima, Virgen del Rosario, Santa Catalina de Siena, Santo Domingo de Guzmán y Santo Tomás de Aquino.

CRISTO CON LA CRUZ A CUESTA

Cuadro de Morales, realizado con técnica mixta sobre tabla de 67 x 55 cms., conservándose en mal estado, con repintes oscuros en las zonas mas deterioradas. Presenta una inscripción en el marco con fragmentos bíblicos en parte perdidos, pero que se han podido identificar:

“O VOS OMNES QUI T – RANSITIS PER VIAM, ATTENDITE E VIDETE SI EST DOLOR SICVT DOLOR EVS” (Oh, todos vosotros que vais por el camino, prestad atención y observad si hay sufrimiento como el sufrimiento mío).

“VERE LANGVORES N(OST)ROS IP(S)E TVLIT ET PECCATA NOSTRA PERTVLIT INCORPORE SVO SVPER LINGNVM” (En verdad, él soportó nuestro sufrimientos y padeció nuestros pecados en su propio cuerpo sobre la cruz).


La obra presenta soberbias calidades en el modelado de las fracciones, fundamentalmente en los ojos, dramatizados por profundas sombras. El cabello que orla el rostro no tapa la oreja, dispuesta como una superposición tan frecuente en la obra de Morales. La mano se dispone sobre el madero de la cruz con la estilizada elegancia que solía prodigar el pintor pacense. La composición se limita a una gama de tonos castaños y pardos; las carnaciones del rostro y manos son las manchas de color más luminosas, que destacan sobre el fondo neutro con el único acompañamiento de los travesaños de la cruz.

La alta calidad del cuadro merece incluirlo en el catálogo de las obras del pintor, al menos en lo que al rostro de Jesús se refiere. La relación de Morales con Plasencia es más intensa entre los años 1565 y 1570, en que realiza el retablo de San Martin y tasa las vidrieras de la Catedra, siendo éste un marco temporal quizás más probable.

 

CRISTO DE LOS DOLORES.


La imagen encargada en Madrid por la Beata Francisca de Oviedo y realizada por Domingo de Rioja alcanzó una gran resonancia con su exposición en la iglesia de San Ginés, siendo trasladada a la Capilla real por Felipe IV hasta su traslado definitivo a Serradilla. El éxito, trajo consigo a que se hicieran diversas copias y versiones. Unos de ellos el del convento de Madres Dominicas de Plasencia, que parece firmado en Madrid por Diego Rodríguez en 1654, precisamente el año del fallecimiento de Domingo de Rioja.
De madera policromada, de 225 x 95 x75 cms. con la particularidad que lleva la mano al costado en vez de al corazón, modificando así el simbolismo de la aceptación amorosa del sacrificio por la incidencia en los aspectos más cruentos de la pasión. El rostro muestra una expresión anhelante, con los parpados semicerrados, la boca entreabierta y largos cabellos que caen en bucles sobre los hombros, la anatomía está bien trazada, el paño de pureza anudado en el lado próximo a la cruz y el tronco con una torsión menor con respecto a otra copias realizadas.

 

 

EL CRISTO DE LA ENCINA

El Cristo de la encina en una llamativa representación de la Cruz que tiene su origen en los relatos de procedencia americana llegados a tierras extremeñas. Desde Chile se propagó en le siglo XVII la aparición del Cristo de Limache, en la que se describía como un indio encontró un árbol con forma de cruz perfecta y en cuyo tronco aparecía la figura de Cristo crucificado hasta la cintura. Conocedora del hecho una señora devota del lugar llevó a sus tierras esta particular cruz y erigió un templo en su honor.


En el siglo XVIII se pasa a llamarse del Cristo de Limache al Cristo de la Encina en forma de leyenda milagrosa relacionada con las conversaciones. Estas quedaron reflejadas en grabados y obras pictóricas que sitúan el acontecimiento en terrenos brasileños, en base a la indumentaria del leñador que se corresponde con un indio tupí, o en zonas bolivianas.

Pizarro Gómez, Francisco Javier. Extremadura en el viaje iconográfico del Cristo de la Encina entre Europa y América.


Hoy día es el único convento de clausura que queda activo en la ciudad, las mongas de clausura consiguen mantener su comunidad con la venta de dulces artesanales que venden a través de torno situado en la calle de la Encarnación, destacándose en época de Navidad los mantecados, perrunillas, y otros dulces de la época.

 BIOGRAFÍA

Pizarro Gómez, Francisco Javier. Extremadura en el viaje iconográfico del Cristo de la Encina entre Europa y América.

Huellas Artísticas Vallisoletanas en la provincia de Cáceres. Vicente Méndez Hernán                                                  


                                                José Antonio Pajuelo Jiménez.

 

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CASA DE LOS DEANES.

CASA DE LOS DEANES, SEMINARIO MENOR, CASA SACERDOTAL.   En este solar, el canónigo de Plasencia don Martin Yaguas y arcediano de Zamora,...