miércoles, 30 de enero de 2019

PUENTE DE ALCONETAR. OTROS DATOS.


Año de 1917
La vía de la Plata, en las inmediaciones del Tajo bajaba hacia el vado, siguiendo el arroyo Villaluengo, lo cruzaba cerca de su desembocadura, no se sabe si vadeándolo o por un pontón, aunque de este no se ha encontrado referencias físicas ni escritas. A continuación cruzaba el río Almonte  por un puente del que queda solamente uno de los estribos de granito, actualmente bajo las aguas del embalse de Alcántara. Después subía un pequeño cerro (en latín túmulus) desde el que se acedia al puente de Alconetar o Mantible por el que cruzaba el río Tajo.

La Calzada, fue construida por Servilius Caepio hacia el año 139 a.C. y rehabilitada por Publio Licinio Craso en el año 95 a. C. El puente sobre el tajo, según unas fuentes, fue construido por el ingeniero Lucio Vivio y se termino hacia el año 28 de nuestra era. Así podría deducirse de la inscripción en una lápida que se supone situada en el acceso norte y en la que se hace referencia al 27 año del mandato de emperador Tiberio, fallecido en el año 37 d. C. Según otra fuentes, como la del ingeniero Carlos Fernandez Casado, experto en estructuras y estudioso de todos los puentes romanos de España, su característica principal es el aro escarzano, es decir un arco rebajado de menos de un semicircunferencia. Este tipo, es propio de la arquitectura romana de una época concreta comprendida entre los reinados de los emperadores hispanos, Trajano (entre los años 98 y 117)y, sobre todo, Adriano (entre los años 117 y 138).

Era un paso fundamental en la comunicación norte sur de la península, la calzada romana que construida por Publio Licino Craso en el año 95 antes de Jesucristo, se cree que en este mismo año comenzara la construcción del puente, aunque otros investigadores dicen que fue bajo el imperio de Trajano, ya en siglo II de nuestra era, pero no existe documento que pueda atestiguar una cronología. Debe pensarse que la fabrica se realizara en la etapa de Trajano o de Adriano, cuando la Vía de la Plata, llego a completarse de manera definitiva.

El puente denominado por los musulmanes de Alconétar correspondía al paso del río Tajo (Tagus flumen) por la vía numero XXIV del Itinerario de Antonino. Estaba situado aguas arriba de la desembocadura, en el propio Tajo, y en el río Almonte, sobre el cual tuvo la misma vía un puente de menor importancia, del que solo quedaban en el siglo XIX los dos estribos y de los cuales uno había desparecido por el año 1950. En realidad la designación de Alconéctar se refiere a los dos puentes. Entre ellos, que estaban situados por condiciones naturales, es por lo que cabria pensar que el primero fuese el puente de Mantible y el segundo el puente de Alconéctar, en la vía conocida como de la Plata.
El puente, Alconétar -significa en árabe "el segundo puente" o "puentecillo"-, se erigió junto a un primitivo poblado ibérico, que los romanos debieron bautizar con el nombre de Mansión de Túrmulus. que era la numero nueve de la vía romana citada.

Alconétar, pequeña aldea, cubierta hoy por las aguas, estaba situada en la orilla derecha del antiguo curso del río Tajo, en la desembocadura del Almonte; es decir, en las inmediaciones de la torre que sobresale de las aguas del embalse. El lugar, por sus condiciones estratégicas y mejores condiciones topográficas, fue sitio ideal para el cruce del Tajo en el camino entre Mérida y Salamanca, así como entre la Lusitania y el Mediterráneo.

El imperio romano precisaba salvar el foso del río para hacer más rápida y segura la Vía de la Plata y construye el Puente de Alconetar o Puente Mantible, como se le ha venido conociendo. Diversos testimonios históricos y especialmente en hallazgo de monedas y útiles domésticos parecen asegurar que allí junto al puente debió estar Túrmulus, célebre mansión mencionada en los itinerarios de los caudillos romanos. Efectivamente, han aparecido grandes trozos de muralla romana, de sillería granítica. Algunos investigadores han supuesto que allí estuvo el cuartel general de Bruto.
Otro vestigio de importancia es un "miliario", que eran columnas de piedra que indicaban, en las vías romanas, la distancia de mil pasos, dedicado, al parecer, a la memoria de Cesar Tiberio.


La longitud del Puente de Alconétar o Mantible (cuyos restos han sido trasladados varios kilometres aguas arriba, pero visibles desde la carretera) se calcula que fuera de 290 metros, medida calculada sobre la extensión que alcanzaban sus pilas ruinosas. Constó de 16 arcos, de los que actualmente apenas se conservan cuatro, los que iniciaban el arranque de la orilla derecha. Las bóvedas de los arcos originales y de los dos arcos mayores son rebajadas, la diferente calidad de construcción hacen suponer que estas ultimas fueron realizadas en la reconstrucción que se realizo en el siglo XVIII, que seguramente siguieron la formas de sus primitivos arcos. El bisel que presentan las pilas (estas construidas con gran solidez), en la parte superior para el arranque de las dovelas, indica que la traza original consistió en arcos escarzanos. Esto supone una variación en el conjunto de los puentes romanos, dotados en su mayoría de arcos de medio punto, lo que confiere una particularidad especial al puente de Alconétar.

El sillar se cortó con una gran regularidad, siendo su frente almohadillado excepto en las hiladas que lindan con las cornisas. Su disposición fue la de soga y tizón, siguiendo un ritmo general de una hilada a soga y dos a tizón.
La luz de los arcos oscila entre 6,30 y 10,15 metros, las pilas presentan también variaciones desde 4,30 metros hasta 4,60 m. en su espesor, siendo notablemente mayor unas de ellas, que hacia la zona media quedaba dentro del cauce regular del río. Alcanzaba estos 8,10 metros de grosor. La solidez de la construcción del puente no permite suponer que fuera la acción natural causante de la ruina.



Después de los romanos vinieron los visigodos que levantaron una basílica paleocristiana, la basílica de la Magdalena y más tarde los Árabes.

En el siglo VIII, el legendario caudillo árabe Muza, conquisto Mérida y su zona de influencia, incluyendo Túrmulus. Es fácil preveer que ya en estas primeras incursiones el puente sufriera algún daño. Sin embargo, la primera noticia que se tiene de destrucción es en el siglo XIII, cuando con motivo de la concesión del titulo de villa a Garro (la primitiva aldea anterior a la fusión con Alconétar), se menciona el incendio y saqueo de Alconétar y se ordena a sus vecinos ayudar a fabricar barcas con las que cruzar el río y que pasaron a ser propiedad de los Duques de Alba de Cisne. Se supone que el puente romano tuvo, al menos, tres destrucciones. La primera en 1085, cuando Alfonso VI tomo Coria. Una segunda con la invasión almorávide y tal vez fuera la ofensiva de Alfonso IX, de León que avanzo considerablemente en la reconquista de la región, la que provocara un corte definitivo del puente por parte de los musulmanes, causando el principio de su ruina. Alfonso IX se lo vuelve a entregar a los Templarios para su custodia, que lo defendieron hasta que la Orden fue disuelta., después Sancho IV les confirma el derecho del portazgo. Los monjes soldados del Temple se encargan del cobro del impuesto, manteniendo en buen estado incluso lo reparan de los daños que había sufrido.
 Poco debió durar después de la desaparición de l Orden, ya que se tiene la certeza que ya estaba inutilizado en 1397, y arrastre en lo sucesivo de los materiales a la torre de Floripes, construida por sillares romanos, contribuiría al progresivo deterioro de la fábrica.
Pero los estudios realizados cuando fue trasladado a la ubicación actual, los sondeos del subsuelo, demostraron la existencia de una roca pizarrosa que aflora en las márgenes, pero que en el centro del río, esta recubierto por un manto de cantos rodados de unos tres metros. Los romanos apoyaron los cimientos de las pilas sobre la capa de cantos rodados, solución poco apropiada, para un puente de arcos múltiples. Siendo por tanto una estructura muy sensible a los asientos de las pilas. Todo ello nos hace pensar que el deterioro del puente y la pérdida de su fábrica fuese debido a erosiones en el terreno.
En 1553 el arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón se interesó pr la reconstrucción del mismo, y en 1560 Alonso de Covarrubias y Hernán Ruiz volvieron a desarrollar proyectos que nunca se materializaron.

En otras dos ocasiones se tiene la certeza de que se pretendiera reconstruirlo: Felipe II en 1569 mediante una trabazón de maderas. En el año 1730 se volvió a intentar sin otro resultado.
Para terminar diremos, que se trazó el puente aprovechando las mejores condiciones que la topografía del terreno presentaba y buscando las mejores posibilidades de estrategia.

En en año 1969, se decide construir el pantano de  Alcántara, que sepultara el antiguo puente construido en 1927 y el castillo y otros edificios de enorme importancia. Sin embargo se decidió salvar el puente romano, trasladándose  piedra a piedra a su ubicación actual, en la cola del pantano



La fotografía que presentamos data del año 1917, en su ubicación real, ya que este fue trasladado con motivo de la realización del pantano de Alcántara. Siendo muy sencillo localizar, al norte de la localidad de Garrovilla de Alconetar entre la carretea EX 371 y la N 630.

Biografía consultada: 
La Arqueología de Alconetar. 1967. Carlos Callejo Serrano.
Los puentes del vado de Alconetar-La ingeniería romana en sus obras públicas. de Noberto Diaz.


Jose Antonio Pajuelo Jimenez.

La amistad que puede concluir, nuca fue verdadera. San Jerónimo.

                     
                                               "CREANDO CULTURA"




sábado, 19 de enero de 2019

EL PUENTE DE ALCONETAR.

EL PUENTE DE ALCONETAR
Trajano, emperador de Roma, hizo grandes obras en España, su patria. Una de estas obras fue ¡a «Vial de la Plata», calzada núm. 24 en el itinerario de Caracalla. Los caminos en la España Ulterior, en la Vetonia y eran pobres, mal acondiciona­dos. La ganadería y labranza en esta región eran prosperas, abun­dantes. Las minas ofrecían buen rendimiento. La seguridad necesi­taba fáciles vías para las legiones. El trasiego se hacía por veredas empinadas, entre malezas y espesuras. Se cruzaban los ríos sobre tinglados de madera, que aún se llaman «lurias»; sobre barcas in­seguras. A todo puso remedio la «Vía de la Plata». La tercera mansión de esta vía, partiendo de Mérida, se llamaba «Túrmulus», en la confluencia del Almonte con el Tajo. Alleguemos noticias, breves, ordenadas, sucintas, desde su principio.

Restos del puente en su ubicación actual.



Faltaban 95 años para que viniese al mundo Jesus Cristo. Publio Lucinio Craso, pretor romano en la provincia lusitana, empezó a construir la «Vía de la Plata». Buscaba en ello seguridad para los intereses militares, políticos y económicos de Roma; buscaba también el desarrollo, la pujanza del pueblo con­quistado. Roma atesoraba riquezas; en trueco, dejaba su cultura, su lengua, su arte, sus dioses, su enjundia social, su potencia civi­lizadora. Esta calzada de Publio Lucinio Craso, mejoró un tanto la economía de Lusitania. Pero la romanidad, en creciente brío, aumentó la riqueza y el trato de las gentes. Pronto vino a ser menguada esta "Vía de la Plata" que trazó Publio Lucinio Craso.
Quinto Cecilio Metelo Pío, cónsul romano, vino a España en misión de guerra contra Hirtuleyo, capitán de Sertorio. Quinto Cecilio Metelo Pío tuvo sus campamentos junto al Guadiana y junto a la colonia Norba Caesarina. El campamento junto al Guadiana se llamaba «Castrum Mete!lí»—campamento de Metelo—y en él tuvo su origen nuestro Medellín. El campamento junto a Norba Caesarina se llamaba «Castrun CeciIii —campamento de Cecilio—en lo que hoy decimos Quinto Cecilio Metelo Pío arregló, mejoró y amplió la «Vía de la Plata». Con estos arreglos, mejoras y ampliaciones, llegó la «Vía de la Plata» hasta los tiempos del emperador Trajano, hasta el sigo 11 de la era cristiana. Ya entonces se llamaba Plata», por las enomes cantidades de metal argentífero que trans­portaron por ella los soldados de Roma, metal abundante en las minas de Bética y Lusitania.
El emperador Trajano dispuso aumentar, renovar y mejorar las calzadas de España. La «Vía de la Plata» necesitaba un puente pa­ra cruzar el Tajo. Se encargó la fábrica del puente a Lucio Vivio, buen arquitecto, contemporáneo y amigo de Cayo Julio Lácer, que levantaba otro puente sobre el Tajo en el ramal que desde la «Vía de la Plata» se dirigía a Lusitania. Lucio Vivio dispuso la fá­brica del puente en la confluencia del Tajo y el Almonte, junto a Túrmulus, tercera mansión de la «Vía de la Plata». Túrmulus era mansión populosa: legionarios defensores del lugar estratégico, barqueros encargados del tráfico por el río, colonos y ganaderos, llenaban la mansión de vida y de gentío.

VISTA FRONTAL DE PARTE DEL PUENTE. UNOS DE SUS ARCOS

Lucio Vivio comenzó su obra. Aún se ignoraban las cámaras de descomprensión. Era muy dificultoso construir los cimientos de los pilares. Lucio Vivio creyó más hacedero desviar el curso del Tajo hacia la derecha. Todavía quedan vestigios, aunque borrosos, de esta desviación. Allanada esta dificultad, Lucio Vivio realizó su obra sin grave entorpecimiento, en esta guisa: el puente tiene una longitud de 250 metros; 13 arcos de medio punto, a la manera ro­mana, sostenidos por pilares de 6'60 metros de largo y 4'20 de es­pesor, en forma de tamajar por el lado de la corriente y convexa en el opuesto, separados por trechos desiguales, a semejanza del coloso alcantarino, pero de menor grandiosidad. Toda la fábrica es de sillería granítica almohadillada en el exterior, rellena con un mortero de cal y guijarros. Lucio Vivio puso molduras en el arran­que de los arcos y en la cornisa que sirve de base al pretil del puente. En medio del puente se levantó un arco de triunfo en honor de Trajano. Al extremo izquierdo, un templo para ofrecer sacrificios a los dioses. Este puente era similar al que el mismo Trajano man­dó construir sobre el Danubio. Sobre el Almonte, junto a la con­fluencia, se hizo otro puente de menor cuantía. Estos dos puentes acrecieron la importancia estratégica del lugar. Para mejor defensa, los romanos labraron fortificaciones en aquel paraje. Túrmulus se trocó en segura fortaleza. Tanto que Bruto, durante algún tiempo, puso en Túrmulus su cuartel general.



Pasa el tiempo, los años, los siglos, los hombres. Sólo queda la historia, los hechos descollantes de los hombres. Con el paso del tiempo, llegaron los árabes. Las gentes de Muza vieron la obra de Cayo Julio Lácer: la llamaron «al-kantara», que significa puen­te; vieron la obra de Lucio Vivio: la llamaron: «al-conetara», que significa dos puentes o segundo puente. Desde entonces Túrmulus se llamó Alconétar. Todavía se llama «el puente de Alconétar». Los árabes reconstruyeron y mejoraron la fortificación romana.

Pasa más tiempo. Vienen los cristianos reconquistando la tie­rra de moros. Los cristianos, para defensa de la tierra conquista­da, como punto de partida para nuevas incursiones, levantan castillos. Los cristianos llegan al puente de Alconétar. Allí se esta­bleció la Orden del Temple. Alconétar fue cuña, avanzada, sostén de los cristianos en su guerra contra el moro. Los templarios rehicieron el castillo, le dieron fortaleza, seguridad, amplitud. El puente y el castillo son ya poética ruina. Sólo queda en pie la to­rre de Floripes—ya diremos su leyenda—, algunos machones del puente y lienzos desmoronados. Es la torre de Floripes de planta pentagonal; asienta en dura peña sobre un barranco; en sus lienzos de pared se aprecian sillares y restos del castro primitivo; su puer­ta, a cuatro metros de altura, era franqueada con un puente leva­dizo; las ventanas, por seguridad, son altas y pequeñas; luce, en cada frente, hermoso matacán; está coronada por un antepecho sobre canes. La torre de Floripes, exteriormente, alcanza I3'05 en su lado más alto y 6'85 en el menor. Aún perduran los quicios de la puerta y las cajas para atrancarla. Junto a la puerta, a la iz­quierda, una pina escalera conduce a la terraza. En la cámara que todavía subsiste, de 10'35 metros de longitud por 4'35 de anchu­ra, aparecen los mechinales del piso que falta, colocado sobre la estancia que sustenta la bóveda de cañón que hoy existe.


Los templarios llegaron a Alconétar el año 1225. Aderezado el castillo, le hicieron encomienda de su Orden, capital del estado de Garrovillas, con Talaván, Hinojal, Cañaveral, Cabezón y San­tiago del Campo, bajo su jurisdicción. Hasta que Medellín, Truji­llo, Santa Cruz y Montánchez vinieron a manos cristianas, Alco­nétar fue un baluarte de estratégica importancia. Luego, los del Temple utilizaron Alconétar para sus tratos y negocios; también para ciertos abusos.
El tiempo, con sus rigores y mudanzas, fue arruinando el puente, el castillo y la villa de Alconétar. Además, contribuyó a la ruina de Alconétar el que su señorío fue de mano en mano. Perteneció a don Fernando, el hijo de Alfonso X; a doña Leonor, condesa de de Alburquerque; al conde de Alba de Liste; al duque de Frías...
Los riberos entre los que por allí se desliza el Tajo, son pobres, ásperos, improductivos. Esta pobreza justifique, tal vez, la indife­rencia de los señores de Alconétar. Todo se fue perdiendo; hasta las inscripciones del puente, del templo, de la villa y del castillo. Tampoco existe la ermita de la Magdalena que ocupó el templo romano construido junto al puente, donde es seguro que Lucio Vivio, a imitación de Lácer, sería enterrado. Bien podemos decir con el poeta‑
Sólo quedan memorias funerales,
donde erraron ya sombras de alto ejemplo:
este llano fué plaza; aquél fué templo-,
de todo apenas quedan las señales.

La última vez que se trató de reparar el puente fue en 1761. Francisco Ramos de Capazos, en su obra manuscrita «Noticias particulares de lo que va sucediendo en Plasencia», dice: «En este año, se dio principio a la puente Mantible, obra que hacía mucha falta por los desastres que en esta barca sucedían. Y a último del, tenían hecha una casa para habitación del maestro, que  era Andrés, natural de Salamanca». Se refiere a la reparación del no a la obra primera. Pero quedo en intento, porque la reparación alcanzaba muchos dineros.


TORRE DE FLORIPES

En el pasado siglo, en la guerra de la Independencia, los hombres alteraron el reposo de las ruinas. De nuevo, como antes de Cristo, se pasaba el río con barcas. El francés invasor fortificó aquel lugar. Allí sucumbió, heroicamente, don José Berenguer, capitán español. En medio de un llano está su tumba.

En nuestro siglo XX, se han construido dos puentes más abajo de Alconétar: uno, para el ferrocarril; otro, para la carretera. Desde estos puentes, el caminante contempla las ruinas, medita en la historia, siente la poquedad de lo humano.


Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina.

Dentro de todo hombre obeso siempre hay un hombre delgado, igual que hay una estatua en cada bloque de piedra. George Onwell.

                     
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jueves, 3 de enero de 2019

PUENTES ROMANOS.


EL PUENTE DE CAPARRA.
Cerca del municipio de la Oliva de Plasencia y en el curso de la vía de la Plata, a unos 150 metros de la muralla norte que rodeaba al municipio Flavio, se encuentra el conocido puente romano,que hasta nuestros días permanece en unas condiciones excelentes para su estudio, aún habiendo sufrido remodelaciones a lo largo de los siglos.
El puente se levanta sobre el río Ambroz, que discurre por su valle con escasa pendiente. Su cauce no es excesivamente ancho en su parte más al norte, lo cual permitió poder superarlo mediante puentes de un solo arco como sucede con el puente de La Doncella, una construcción posiblemente romana y levantada para que la vía de la Plata atravesara el río Ambroz. Sin embargo su cauce se ensancha a su paso por las proximidades de Caparra, lo que requirió la edificación de un puente de más entidad y mayor números de arcos.


Puente de Caparra principios del siglo XX.

   Todos los los historiadores que dan noticias de él, señalan que es un puente de cuatro arcos romanos, si bien en realidad habría que considerar que son dos arcos principales, con toda seguridad romanos, los otros dos laterales son de peor traza y corresponde a una construcción o reconstrucción de época posterior. Además el primer arco de la izquierda, por su dimensiones (2,40 m. de luz) y separación de resto, se podría considerar como un arquillo para aliviadero en caso de grandes avenidas.
   Hoy día el puente está rematado por un pretil moderno que está separado del tímpano por una hilada a voladizo  que le sirve de cornisa, dejando además, otra normal  sobre las boquillas de los arcos, pero ambas hiladas pertenecen a la reconstrucción moderna.
     Respecto a su cronología, dadas las modificaciones a las que se ha visto su fábrica, la datación de este puente, no resulta fácil, contemplándose la posibilidad que se levantara a finales del siglo I principio del II, momento en que se concede más dedicación a la "Vía de la Plata". Lo sitúan en la época trajanea por la semejanza en el sistema de construcción a otros puentes, pero cabe la posibilidad que debió ser objeto  de una restauración posterior. Por otra parte, Alvarez Martinez y Diaz Pintiado incluyen al de Caparra dentro de u grupo de puentes que conformarían lo que ellos llaman el "tipo emeritenses", caracterizados por unos rasgos comunes a todo ellos: forma achaparrada y larga, una imposta corrida que sirve de coronamiento de las pilas y como lugar de establecimiento de las cimbras, los sillares dispuestos en hiladas,el almohadillado tosco, tajamares y la presencia de aliviaderos.


Los dos arcos centrales del Puente de Caparra. Foto de José Gutierrez Delgado.

Tiene 65 metros de largo y de 7,30 metros de ancho. siendo originariamente de 5,50 metros. Se ensanchó en 1955 en casi dos metros, procediéndose a desplazar una fachada, concretamente la situada aguas abajo.Realmente solo los dos arcos centrales son romanos.


EL PUENTE DEL GUIJO O  PORTÓN.

Conocido como portón del Guijo, por el tamaño de su arco de 20,30 metros de ancho. Estaba situado en el barranco que excavo el río Alagón y en la vía romana que de Calzadilla conducía a Coria
Corresponde a un tipo de puente de vano único, solución frecuentemente empleada en los ríos de curso encajado.Se levantaba directamente sobre los potentes bloques de piedra granítica cortados por las aguas del río Alagón.
Foto del bloc de Arevalo Hernandez

Al circular por la carretera comarcal CC-13.3 de Guijo de Granadilla a Zarza de Granadilla, podemos ver sobre el río Alagón, un puente que levita sobre las aguas, no conecta con ninguna orilla. Considerado romano del siglo II, época de Trajano, fué trasladado de su ubicación tras la construcción del embalse de Guijo de Granadillla en los años setenta del siglo XX.
Es un puente de doble vertiente, midiendo 20,90 m. y 20,60 m, de cada una.

ESTADO Y UBICACIÓN EN EL DÍA DE HOY.

Respecto a su cronología resulta muy complicado, ya que solo se conservan los parámetros exteriores ubicados en medio del embalse, sin posibilidad de acercarse para tomar medidas.

El puente de la Garganta de Alardos.
En Madrigal de la Vera encontramos la Garganta de Alardos sobre la que se levanta un viaducto conocido como 'puente romano', ya que numerosas fuentes así lo indican. De hecho, la plataforma, también llamada 'Puente Viejo', forma parte de la antigua calzada romana que une Plasencia con el Puerto del Pico y Ávila. 
Fotografía de sección de imágenes de Google.
Sin embargo, su origen ha sido a lo largo del tiempo muy discutido y motivo de controversia, ya que hay otros estudios que apuntan que su construcción es de época posterior. La cantidad de reconstrucciones que ha sufrido hace difícil pronunciarse con seguridad sobre de qué época data.
Lo que sí es cierto, es que este monumento crea una de las postales más bonitas de la comarca. De un solo ojo, impactan sus grandes dimensiones.
Hace unos años sufrió un derrumbe que fue reparado.




Biografía: 

Puentes de origen romanos en torno a la ciudad de Capara. Jesús Acedo Perez.
Blog de Arevalo Hernandez. Las carreteras de Extremadura.

José Antonio Pajuelo Jimenez.
        La rapidez, que es como la virtud, engendra un vicio que es la prisa. G. Marañón.
                            
                             "CREANDO CULTURA".

CASA DE LOS DEANES.

CASA DE LOS DEANES, SEMINARIO MENOR, CASA SACERDOTAL.   En este solar, el canónigo de Plasencia don Martin Yaguas y arcediano de Zamora,...