IGLESIA
DE SANTA ANA.
El colegio placentino de Santa Ana y San Vicente se debe a la generosidad del obispo Gutiérrez de Carvajal. Este prelado, que asistió al Concilio de Trento, conoció allí a los jesuitas. Concretamente al padre Laínez que le dirigió en 1552 unos ejercicios espirituales que le hicieron cambiar su anterior vida mundana y guerrera. De grandes recursos económicos, empleó parte de ellos en la construcción o reconstrucción de numerosos templos diocesanos y en esplendidas fundaciones., como las madrileñas, de donde era natural y en donde esta sepultado.
A
sugerencia del padre Laínez se ofreció a levantar el colegio, costeando casa e
iglesia, con el fin de erradicar la ignorancia., que por aquel tiempo existía.
Sus posteriores relaciones con San Francisco de Borja completarían esta
devoción por la Compañía. La escritura de la fundación data del 12 de noviembre
de 1555, confirmada por el Emperador el 7 de febrero de 1556.
El
patronato del nuevo colegio recaería tras su muerte, en don Francisco de
Carvajal, señor de Torrejón el Nuevo y de la Oliva, continuando en sus
sucesores.
La
primera piedra se colocó en 1555, lo construyeron oficiales de Madrid y otros
de Plasencia. El costo total se calculó en unos 60.000 ducados, de los cuales
28.000 fueron donados por el obispo. Con el fin de conseguir mayor espacio se
compraron las iglesias de Santa Ana y de Santiago, situada al fondo de la
huerta que le entregó el Ayuntamiento el 18 de mayo de 1555,
La
primera que fue destruida ocupaba la plaza delante del colegio; esta antigua
iglesia de San Vicente y Santa Ana tenía tres naves, torre y cementerio, en el
que se guardaban sepulturas antiguas. Se dice que fue unos de los primeros
templos de la ciudad y que hizo de catedral en tiempos de Alfonso VIII. Hasta
1517 tuvo tres altares, el principal dedicado a San Vicente y los laterales a
Nuestra Señora y Santa Ana, recuperando en 1561 el nombre completo de Santa Ana
y San Vicente. Con la ocasión de la construcción del colegio, fue derribada
completamente pues los alcaldes de la fortaleza temían que pudiese convertirse
en casa fuerte. Tenía 104 pies de largo por 71 de ancho y 41 de alto. La torre
alcanzaba 52 pies de altura.
El
obispo, vigiló personalmente la obra hospedándose en el palacio de los Trejo
(antiguo colegio de San Calixto), cuando murió quedó la iglesia a medio hacer,
levantadas las paredes únicamente hasta el arranque de los arcos, restaurándose
las obras al poco tiempo, concluyéndose en 1561.
El
retablo era el mismo que lució en la antigua iglesia. También tenía esculturas
además se otros retablos, El altar mayor mostraba su frente adornado de azulejos.
Al exterior lució tan solo una torre con reloj y dos campanas.
Al
lado de los ocelos existentes en esta iglesia admiramos una hornacina
esgrafiada con decoración múltiple y la imagen de un santo. Sobre ellos un
friso con las armas del obispo Vargas de Carvajal y de la compañía de Jesús
entre los adornos mitológicos y florales. De bajo una inscripción que no he
podido transcribir:
TECAPERE NON POSSVNTT, AQUANTO MAGIS—OPTIMUS HAC QVAM AEDIFICAVIT SEDRES.PICE ADORATIONEM SERVITVI.ET ADIRECES EI VS DOMINE DEVS: AV DI_YMNV ET ORATIONE MOVA_SERVVSTU_SORA ORAT IN LOCO IS TO AD TE SERVVSTVVS. EX AVDIVI ORATIO MEM TVAM.ETD_RECATIONEM TVAM OVAM DE PRECATVS ES _ORAM ME. SANCTIFICAVI DOMVM HANC.QVAM A DIFI I VT PONEREM NOMEN MVMIBI SEMPITERNVM ETERCVNI
José Antonio Pajuelo Jiménez.
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