jueves, 18 de enero de 2024

CALLE TRUJILLO : HOSPITAL DE LA CONVALECENCIA , LA CASA DE MARMOL Y LA POSADA DE LA CISTERNA.

 

HOSPITAL DE LA CONVALECENCIA.

 

Este hospital llamado “de la Convalecencia” porque se creó para recoger a los enfermos que salían del Hospital de Santa María, y fortalecerlos un poco para que pudiesen volver a trabajar, estaba en la esquina de la calle del Obispo y la calle Trujillo, junto al de Santa María con el que se comunicaba. Lo fundó en 1.720 el arcediano de Medellín don Juan Gómez del Águila. Este mecenas también pagaba un maestro para que enseñase en el pueblo de Santibáñez “Pues mando que de las rentas que el dejaba para este hospital se extrajesen 100 ducados con el fin de poder pagar al maestro de primeras letras e Santibáñez y otros cien para que estudiase en la Universidad de Salamanca un miembro de su familia.” 1



En la portada del antiguo hospital se puede ver el escudo de su fundador, el cual está compuesto de una cruz floronada y debajo un águila y un nogal.
En la actualidad se destina a centro de recogida de personas mayores desvalidas y sin medios económicos de subsistencia, denominándose “Hogar de Nazaret”, bajo la dirección de la Asociación Cáritas.

1. - Domingo Sánchez Loro. Historias Placentinas Inéditas tomo B. pág. 122.Cita el manuscrito de Barrio-Rufo en donde se relacionan las circunstancias necesarias para dar las obras piadosas que el arcediano de Medellín deseaba realizar.


 LA CASA DE MÁRMOL


Siempre me sorprendió una fachada tan imponente en una calle tan estrecha como es la calle Trujillo en Plasencia. Un amigo me ha desvelado el misterio: estaba delante de una plaza que permitía admirarla y en la que posteriormente, en 1933 se construyó la Plaza de Abastos de la ciudad.


El edificio se construyó en el siglo XIX, y perteneció a la familia de Vicente Silva Fernández, político y uno de los mayores terratenientes de la provincia. En él vivió su hijo Julián de Silva y Monge, que fue diputado en Cortes en 1867 y senador de 1891 a 1896, por la provincia de Cáceres.

La casa sufrió una profunda reforma en 1905 bajo la dirección del maestro constructor Julián Serrano Herrero, que proyecto la fachada que ahora vemos y la espléndida escalera de mármol que se ve en la foto inferior derecha, de la que hay que destacar también la barandilla.


La fachada es de estilo clásico con zócalo de piedra y almohadillado en toda ella. Los balcones, de trabajadas rejas, están sostenidos por ménsulas de mármol blanco.

Las portadas están recercadas por jambas y dintel de mármol muy decorados, y muy bonita la puerta principal de madera de castaño con adornos de cerrajería de bronce.

A cada cual su mérito, y también hay que reconocérselo al maestro marmolista, que fue Valentín Andrada.

Por la estrechez de la calle es imposible fotografiar la serie de bustos de personajes de la antigüedad en terracota que coronan la cornisa superior de la fachada.2

2.- Con el agradecimiento de la documentación aportada de Manuel Rubio.


LA POSADA DE LA CISTERNA

A muchas personas les resultará desconocido este nombre de  “La Posada de la Cisterna”. Para informarles, les diremos que la Posada de la Cisterna era lo que hoy conocemos como “Centro Cultural las Claras”  de Plasencia.
Para tener una visión del paso del tiempo, hemos rescatado de nuestros viejos papeles un artículo que escribía  don Manuel López Sánchez-Mora  en el periódico  El Regional en el año 1970,


Periódico “El Regional”  - día 02 de junio de 1970

Con este nombre se conoce todavía la que ya no es posada, aunque conserve la cisterna, de tan práctica aplicación antiguamente.Hoy dia forma parte del complejo cultural Las Claras, comunicandose

Era una de las que en tiempos pasados albergaba a los que venían a mercados y ferias procedentes de Malpartida, Carcaboso, Montehermoso y Valdeobispo, así como había otras en que se hospedaban los procedentes de la Vera y el Valle que entraban en la ciudad por la puerta y la calle del Sol.
Nunca había puesto yo los pies en la posada de la Cisterna a pesar de que en mis años jóvenes se la hizo protagonista de un suceso convertido en folletín por la imaginación popular, por lo que fue largos días objeto de nuestras conversaciones y de la visita tumultuosa de muchos vecinos y sobre todo vecinos de la ciudad.
Sabía que formaba parte de lo que fue casa solariega del matrimonio Camargo-Carvajal primero y luego del Convento de las Claras, fundado por aquellos píos esposos. Y tenía  para mí la Capilla que fue del Monasterio  el inolvidable recuerdo de haber sido en ella donde por primera vez un día de san Antonio oficié de Subdiácono, antes de cantar Misa, con toda la emoción de las primeras actividades ministeriales.
En 1958 cuando vinieron Restauradores del Museo del Prado a limpiar los cuadros del Retablo de la Catedral entré por primera vez en la Posada para ver las pinturas de un alto techo, pero era tal la ausencia de luz que nada pudimos apreciar. Una amable invitación de los propietarios de la casa me ha hecho visitarla recientemente y ver con ayuda de un potente foco eléctrico buena parte de lo que un artista consumado dejó allí estampado con materiales tan ricos que basta pasar una esponja por el polvo y el abandono de varios siglos para que aparezcan con toda viveza los colores primitivos, que han aguantado incluso el humo de años en que el local estuvo dedicado, según nos dicen, a secadero de tabaco.
Recordemos algo de la historia de la casa antes de entrar en detalles de lo que todavía conserva del antiguo esplendor.
En la segunda mitad del siglo XV doña Sevilla López de Carvajal, casada con don Alonso Ruiz de Camargo, otorgaba testamento disponiendo que en las casas que fueron de sus padres (en la calle del Rey, esquina a doña María de Molina) se edificase un Convento. Nombraba usufructuario vitalicio de sus bienes al marido que por razones largas de explicar no levantó el Convento en las casas de los suegros, heredadas por la esposa muerta, sino en la suya sita en la calle de Santa María (hoy Obispo don Domingo Jiménez) con salida a la calle de Trujillo. Con bienes de la mujer y propios dotó al Convento suficientemente y a finales del XV ya estaban allí las primeras Clarisas. El Convento era amplísimo como todavía puede apreciarse. Se conservan en la portada de la Iglesia (obra de Rodrigo Alemán, el de la sillería y el Puente Nuevo) y repetidísimos en el interior los escudos de los fundadores: los cinco calderos de los Camargos y la banda transversal con bordura de ramas de roble o encinas (carvallo en Galicia) de los Carvajal. (Sabido es que la bordura es lo único que distingue este blasón del de los Zúñigas que la llevan de cadenas porque provienen de Navarra).
Eran tan distinguidas las familias a que pertenecían las monjas del Convento de Santa Clara que Nobles, Títulos y Reyes porfiaron por honrarle y ampliarle. El mismo don Fernando el Católico le regaló una casa aledaña (hoy Editorial Sánchez Rodrigo) que había sido de un judío de los expulsados; y un Canónigo, Sánchez de Tamayo, le dio la suya, junto a la anterior, esquina a la Plaza de la Catedral, donde había nacido Galíndez de Carvajal.
La Iglesia, que hemos visto varios años dedicada a almacén de los artículos más extraños, paso a ser propiedad del Obispado.
Volvemos a la parte de la edificación que fue Posada de la Cisterna, en el fondo de cuyo patio se aprecia claramente la portada interior de la Capilla.
Se conservan, aunque tapiados, los claustros de la época conventual y pueden admirarse en los capiteles de las columnas lindos blasones de Camargos y Carvajal tallados en finísima piedra perfectamente trabajada.
Y en el interior, el salón principal de la Casa Señorial. Enorme en sus dimensiones. Las paredes debieron estar habitualmente colgadas de tapices pues no se advierte en ellas, ofreciendo fuerte contraste con el techo, el más mínimo adorno, aunque haría falta para asegurarse un picado de las repetidas manos de cal con que se las enfardeló a través de los años.
Lo interesante, lo rico es el techo. No tiene artesones. Están en toda su extensa superficie perfectamente  pintados los más caprichosos grutescos que alternan graciosamente con los conocidos blasones muy repetidos en lugares a veces insospechados. La pintura llega hasta por debajo de las elegantes y escalonadas zapatas en que se apoyan las vigas.

Era indudablemente la sala de respeto de la casa y creemos, por la repetición insistente de los emblemas Camargo-Carvajal, que se decoró antes de la fundación del Convento. Ello da a la pintura una antigüedad y un mérito a su calidad imponderables


                                                     José Antonio Pajuelo Jiménez.

 

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miércoles, 13 de diciembre de 2023

PALACIO EPISCOPAL.

 

PALACIOS Y CASAS SOLARIEGAS

Mencionaremos a continuación en razón de su historia y siguiendo el orden en que probablemente se recorra al visitar los mismos.

 

PALACIO EPISCOPAL

En el fuero otorgado a la ciudad de Plasencia, por el rey Alfonso VIII se dice: “Por esto mando que en plazencia no sean más de dos palacios el del Rey et del Obispo”. Para algunos autores no esta clara la fecha en que el rey Alfonso VIII fundó la ciudad, pues los cronistas discrepan unos y otros en algunos años.


Por otro lado conviene saber que el obispado de Plasencia fue erigido el 1 de marzo de 1188 por el papa Clemente III, y al año siguiente lo confirmó con la jurisdicción sobre Trujillo, Medellín, Monfragüe y Santa Cruz. Honorio III, en el año 1236 confirma la adscripción de la villa de Béjar y su distrito al obispado de Plasencia u subordina a este, a su vez, al arzobispo metropolitano de Santiago de Compostela, pasando luego en 1851 a depender de Toledo.[i]


Las primeras citas del palacio episcopal datan del principio del siglo XV. Así se lee en un antiguo documento, del año 1411, que: “...asentado en una laude do continuadamente se suelen librar los pleitos eclesiásticos, que es cerca de la pueta principal de la dicha iglesia que es cerca de los palacios de dicho señor obispo”.[ii]

Aún el en siglo XIII, fecha del citado Fuero y en siglos posteriores se construyeron en nuestra ciudad no pocos palacios y casas solariegas, pero esta muy mermado y maltrecho el legado de tanta grandeza recibido de siglos pretéritos.

No obstante, este edificio se contempla en el plano de Plasencia de año 1400, según muestra una copia realizad en 1750 por un autor anónimo del servicio geográfico del Ejercito[iii]

 

En unos e los rincones más bellos de la ciudad, frente a la fachada de la Catedral vieja, nos encontramos el palacio del obispado, el cual presenta una fachada de claro estilo renacentista en sus vanos y, sobre todo, en la decoración que se ofrece sobre el dintel de la portada principal. Sobre su puerta principal los escudos de Vargas Carvajal (1524-1559) y un Victor con alusión al obispo Fr. Enrique Enríquez (1610-1622)[iv], y que con dificultad.


Su patio interior “claustro”, lo encuadran tres grandes arcos renacentista de doble piso, y trece sencillas arcadas que sostienen diez balcones de recia forja. En el centro del patio una fuente con columna central blasonada con el escudo del obispo Lobera Torres. Decoran el patio otros varios escudos de los obispos Ponce de León, Vargas Carvajal, Andrés Noroña…. 


Las dependencias episcopales, fueron restauradas por el obispo González Laso, según consta en las armas de los escudos que se advierten en los diversos sectores del lugar como el oratorio, la sala de visitas y unos amplios salones, hoy excelentemente decorados y amueblados



En el patio de los naranjos y limoneros, hay tres grandes aljibes con bellos brocales de piedra granítica, que llevan grabados los escudos de Ponce de León. Algunos veranos tras la escasez del agua que padeció la ciudad, se formaban grandes colas durante el tiempo muy prolongado de la sequía para proveerse de agua, nunca llegaron agotarse




La parte posterior del palacio, que sobresale por encima de las murallas, de inconfundible estilo colonial, es obra del del obispo José González Laso (1766-1803). Son magníficos sus salones, oratorio y balconada corrida al exterior con excelente forja.

                                                 José Antonio Pajuelo Jiménez.

 

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[i] Fray Alonso Historia y Anales  del obispado de Plasencia. pág.46. Santos  Elisa pag 53

[ii] Benavides Checa. Notas Históricas, pag.42

[iii] Santos Elisa Pag 42

[iv] Ceferino García Vidal. Guía histórica,1992

lunes, 27 de noviembre de 2023

HOSPITAL DE SANTA MARIA ,HOY CONSERVATORIO DE MUSISCA , COMPLEJO CULTURAL.

 

HOSPITAL DE SANTA MARIA

Esta separado del Palacio Episcopal por el romántico callejón del Obispo. Al principio del siglo XX fue el más importante hospital provincial de los que existieron en esta ciudad. Este edificio ocupa toda una manzana de solar placentino, mostrando sus fachadas a varias calles, Trujillo, Salud, callejón del Obispo y a la plaza frente a la catedral vieja.


Fue fundado en el siglo XIV por el ilustre placentino don Nuño Pérez de Monroy en el año 1300, si bien el alma de esta obra fue su prima doña Engracia, (es porque esta señora era prima de don Nuño y propietaria del solar donde se construyó el hospital. Esta mujer vio como morían sus dos hijos en un duelo en el Puente de Nieblas, debido a unos amoríos que se traían los hermanos) que llego a darle el nombre. En el año 1500 se construye la capilla, y en 1.524-1.559 sufre el hospital grandes reformas y ampliado posteriormente por varios obispos en el transcurrir de los siglos. Luis de Toro no lo explicaba en 1573. De la antigua construcción del Hospital, solo se conserva el arco ojival de entrada a la iglesia.


Barrio y Rufo nos explica que el patronato del Hospital quedó a cargo del obispo y cabildo y silencia que también fue encomendado a los deudos del abad de Santander, a su hermano mayor Fernando Pérez de Monroy, al hijo primogénito de este y a sus sucesores en el mayorazgo de Monroy, Valverde y Talaván, que lo retuvieron hasta el año 1406, en que se confirió la administración al obispo, deán y cabildo, según concordia celebrada el 14 de junio de dicho año.

Se puede decir que es uno de los hospitales que más tiempo ha estado en activo, pues le faltaban muy pocos años para hacer los 700 ininterrumpidos como hospital. Hoy está destinado a varias funciones sociales, como museo, conservatorio de música etc.

 

Su fachada renacentista como podemos admirar, con una hornacina e imagen de la Virgen en el frontispicio, escudos de sus fundadores y vítores de ilustres doctores hijos de Plasencia, que abundan también en otros edificios de la ciudad, y como remate una cruz floronada de la Orden de Santiago. cantonada con cuatro veneras (conchas), por lo cual se le considera un hospital de peregrinos, y a los lados de la hornacina de la Virgen sendos escudos del linaje de los Monroy.


 Accediendo por la puerta principal nos encontramos un vestíbulo granítico y blasonado, que da a un patio interior, con tres columnas y a sus derecha la entrada a la iglesia (hoy auditorio de Santa María), con magnifico artesonado de madera., realizado por el obispo Vargas y Carvajal.



Todo el sector del edificio cuyas fachadas dan a la calle de Trujillo incluso el Museo Etnográfico, era varias casas del Marques de la Puebla que venía siendo la sede del regimiento de Plasencia, el obispo Laso en 1802 adosó dichas casa dando al hospital mayor amplitud. En la portada de entrada al hospital por la calle de Trujillo se ve el escudo de este obispo Laso y debajo se lee una inscripción que dice así:


“A los enfermos desvalidos el ilustrísimo señor obispo don José González Laso Santos de San Pedro erigió este amparo. Año de 1.802”.



Fue posiblemente albergue de peregrinos, suposición que hacemos al observar las conchas y la cruz del primitivo escudo de su puerta principal. La suposición que se hace es por la referencia que hace la guía Everest titulada “EL CAMINO DE SANTIAGO”, cuyo autor D. Eusebio Goicochea Arrondo dice que “acogía desde el siglo XIII a los peregrinos por una noche”. Estas mismas armas las vemos en la antigua iglesia del Apóstol Santiago, hoy conocida como del Cristo de las Batallas. Nos demuestran la pertenencia del hospital a la ruta jacobea de la “Vía de la Plata”. Era un alto obligado al sustituir a la desaparecida Caparra romana, tal y como consta en el itinerario de Antonino Pio.

BREVE HISTORIA DE LOS MONROY.

Los Monroyes tienen en Plasencia justo renombre. Aparte de D. Sancho de Monroy, diplomático del siglo XVII, están los famosos Hernán Monroy y Orellana, conocido por el sobrenombre de El Bezudo, y D. Alonso de Monroy Sotomayor, llamado El Clavero. Pero en orden cronológico, a la cabeza de esta familia van Don Nuño Pérez de Monroy, que nació en Plasencia en 1260. Su nombre figura en las guerras que D. Sancho sostuvo contra Abent-Jucef. Estuvo en los campos de Sevilla, Jerez y Puerto real, donde ganó buena reputación, y asistió a la conquista de Tarifa, que se ganó en septiembre de 1292.

Más tarde aparece su nombre con el titulo de abad de Santander y señor de la villa de Valverde de la Vera, que le diera el rey D. Sancho.

Fundó el mayorazgo de la casa de Monroy, falleciendo en 1326, siendo consejero del rey Alfonso XI.

Su cuerpo fue sepultado en el hospital que fundó en Valladolid en el arrabal de San Juan.

Dejó a su hermano Fernán Pérez la parte que él tenía de Monroy y Talaván, y todas sus casas, que él mandó construir en Plasencia conocidas hoy por la Casa de las dos Torres. Fundo también en Plasencia el Hospital llamado de Santa María o de doña Engracia de Monroy, nombre de su mujer, como se declara en el testamento de D. Nuño, cuya copia se encontraba en el archivo de las dependencias de la beneficencia, hoy en el archivo del obispado.

 

                      José Antonio Pajuelo Jiménez – Pedro Luna Reina- José Gutiérrez Delgado

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martes, 14 de noviembre de 2023

CASA DEL DEÁN. CASA DE LOS CONDES DE TORREJON Y DR. TRUJILLO.CASA LINAJES DE LOS ZÚÑIGAS.

 

 CASA DEL DEAN.

 Nunca fue propiedad de un Deán, se denomina y reconoce este edificio con este apelativo, porque durante algunos años perteneció a la catedral, utilizándose sus dependencias para el alojamiento de algunos deanes, la catedral la compró en 1805[1].


Este edificio hace esquina con la calle Blanca y la plazuela de la catedral y por su lado sur con la casa de los Condes de Torrejón o del Doctor Trujillo.

                     

Se nos presenta ante nuestros ojos un palacio de mediados del siglo XVII, fue mansión de la familia Paniagua una de las más antiguas de la ciudad, que ostentaron el titulo de Condes de Hornachuelo, concedido por el rey Felipe IV y posteriormente el de Marqueses de Santa Cruz de Paniagua otorgado por el rey Carlos II em 1691[2].



Sus primeros propietarios fue la familia Paniagua a la que perteneció hasta los primeros del siglo XIX, momento que por subasta paso a la catedral. Con la desamortización a mediados del siglo XIX, pasó a diversos particulares hasta que fue adquirido en el siglo XX por la comunidad religiosa de la Sagrada Familia utilizándose como colegio durante muchos años. A finales del siglo XX, sus dependencias fueron utilizada por policía nacional.

Estamos ante un edificio de planta casi rectangular, siendo lo más interesante las fachadas que dan a la plazuela y a la calle Blanca. Sus muros formados por sillares graníticos y en ellos se abren regulares y simétricos vanos que confieren estructura y ritmo en su conjunto.

La puerta principal se encuentra en la fachada que da a la calle Blanca. Es adintelada, flanqueada por columnas de orden toscano que sostienen un friso formado por triglifos y metopas, estas adornadas con emblemas heráldicos.

Destaca en el edifico el balcón de esquina: el vano se abre en arco con radiales y alargadas dovelas planas, apoyándose en pilastras con el fuste rehundido y flanqueadas por un par de columnas compuestas sobre pequeño plinto, actuando de cierre superior un entablamento formado por varias molduras. La barandilla del balcón es de hierro forjado, esta ornada con balustre con decoración en el centro y extremos de dragones en forma de “ces”.


Resaltando el balcón se encuentra el escudo de los Paniagua-Loaysa, en cartela y coronado por yelmo. Es de gran tamaño, llegando hasta el alero del edificio[3].

Todo el edificio sigue adornado con la forja original, grandiosa y bella, como también se conservan en destacados lugares de las paredes los vítores estudiantiles, que nos recuerdan los perdidos momentos de la grandeza docente de la ciudad.

En el interior del palacio quedan pocos elementos de interés debido a las numerosas reformas que ha sufrido.




Fernán-Paniagua (D. Alfonso).

  Uno de los personajes históricos más notables que se conocen en la historia de Plasencia. Nació en esta ciudad en 1264, del linaje de los de su apellido, que vinieron a Extremadura con D. Alfonso VIII, y cuyo escudo de familia, incrustado en el muro de Plasencia, a la salida de la Puerta del Sol, a mano izquierda, denuncia claramente que su mejor nombre nace en Extremadura con el de la ciudad placentina.

Era nieto segundo, el D. Alfonso, de aquel famoso Sr. D. Nuno Fernán Paniagua, que en últimos del siglo XII acudió desde el antiguo reino de León, a favorecer las guerras del Rey D. Alfonso VIII, y asistió a la toma y fundación de Plasencia, como cuenta Matías Gil en su libro Las siete centurias, a la pág. 27, donde dice hablando de las primitivas murallas placentinas:

...Su cerca o muralla suponemos que sería construida por los árabes cautivos o prisioneros en Cuenca; los hornos de cal, para la mucha que se empleó en los muros, es opinión aceptable que estaban en las dehesas de la Berzocana y las Casillas, pues Cáceres entonces estaba en poder de los moros, no siendo posible surtir de sus caleras, únicas hoy de donde la ciudad se provee, y las que se encuentran a 14 o 15 leguas de distancia; nombres de celebridades en este periodo de verdadera elaboración, no podemos citar sino solo uno y un solo monumento histórico, a más de la gran cerca, como ya hemos dicho, construida en este tiempo.

 Ese nombre es el de Paniagua, apellido ilustre que tres hermanos, naturales del reino de León, llevaban, siendo de cerca de Astorga, señores del valle de Cimanes y de la villa de Villonarte, que fueron los primeros pobladores que vinieron a esta ciudad, llamado uno de ellos Nuño Fernández Paniagua, de donde procede por varonía el marquesado de Santa Cruz.



 El monumento es el escudo de armas de estos caballeros, puesto en la muralla, en el cuerpo de ella, de piedra finísima, indicando que estas armas se colocaron allí cuando se construyó la muralla y los muros se fabricaron en los anos de 1198 y 1199, inmediatamente después que la reconquista de los moros, cuando la tomo Aben-Jucef, a los diez y siete años de su fundación, en el de 1196.

 De aqui se deduce e infiere haber sido los Paniaguas de los primeros vecinos de esta ciudad, y que tenían mucha mano en el gobierno de ella, porque ningunas otras armas o escudos se hallan puestas en el muro hasta 300 años después, cuando pusieron las de los Carvajales en la Puerta de Trujillo, por la gran parte que tuvieron en la reducción de la ciudad a la corona Real; y porque entro por allí la gente que los Carvajales trajeron para acometer tan grave empresa, como a su tiempo diremos.

 Las armas que hemos indicado de los Paniagua están en el primer lienzo del muro a la Puerta del Sol... Todavía recuerdan a los Paniagua la dehesa llamada Torre de Paniagua, que en el repartimiento de estas tierras les toco, y el apellido que se conserva en familias de esta ciudad. ≫

Tal es la familia de donde procede D. Alfonso, que en sus tiempos fue uno de los caballeros más famosos por sus hazañas en las guerras y su influencia en la política y gobernación de la ciudad placentina. Parece que falleció en 1327.

En un sepulcro que estuvo en la capilla de los Paniagua, de la parroquia de San Juan en Plasencia, estaba esta sepulcral que lo declara asi:

                 

              A qui yaze el muy noble e muy magnifico

            Caballero A Alonso Fernández Paniagua.

                                                       Fino era de 1365, que fue año de 1327.

Heráldica: De oro, con una encina de sinople, y un jabalí de sable al pie del tronco. Brochante sobre el todo, una banda de gules y en el cantón superior siniestro una flor de Lis azur.

CASA DE LOS CONDES DE TORREJON Y DOCTOR TRUJILLO.CASA LINAJE DE LOS ZÚÑIGAS.

 

Se encuentra a continuación de la casa del Deán. En ella vivió a finales del siglo XV el arcediano de Trujillo Alonso Fernández de Medina. La casa formaba parte del barrio de los canónigos y de las dignidades de la catedral.


 Para algunos historiadores la denominación de Palacio de los Condes de Torrejón es un poco aventurada, debido a las heráldicas que en esta casa se observan en tres de los ventanales en que se evidencia las armas de los Zúñigas (campo con banda y una cadena de ocho eslabones). Por otro lado, no se observan ningún rastro heráldico de los Condes de Torrejón. En el plano de Luis de Toro señala la casa de los Carvajales[1] en la casa de las dos Torres que fue primero de ellos, después de los Condes de Torrejón así lo precisa en el manuscrito folio 16 (que recoge Sanches Loro)[2].

En sus paramentos de sillería bien labrada se levantan gran cantidad de vanos donde se alternan elementos propios del gótico final, del siglo XV, y otros ya renacentistas del comienzo del siglo XVI: vanos con arcos lobulados, decoración de bolas, arcos conopiales, escarzanos, molduras y baquetones o molduras goticistas, así como una espaciosa y atractiva galería abierta en el centro de la misma fachada. En todo se percibe su aspecto señorial palaciego al que se suma el carácter defensivo que impone la torre que se levanta en la esquina.


A finales del siglo XX, se instalaron los Juzgados de Instrucción. Actualmente pertenece al ayuntamiento.

 

             

 

 



[1] Luis de Toro, alude a Francisco de Carvajal IV señor de Torrejón casado con Leonor de Salazar.

[2] Sánchez Loro., pág. 171.Tomo A

 

                                                 José Antonio Pajuelo Jiménez 

 

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[1] Mannuel Lopez Sanchez Mora. Plasencia Guía Histórico-Artística. Pág. 85

 [2] Monumentos artísticos de Extremadura.Pag.626. 2006

[3] El mismo escudo se contempla en a laude sepulcral delante del Altar de la Asunción de la Catedral y en medio del pavimento de la Iglesia del pueblo de Santa Cruz de Paniagua.

EL COLEGIO DEL RIO.

  EL COLEGIO DEL RIO. El Renacimiento cultural placentino se apoya sobre cuatro pilares o instituciones docentes: La Cátedra de Gramática,...