lunes, 28 de junio de 2021

ATAECINA.

 

SANTA MARIA EL TRAMPAL.

ATAECINA Y SANTA MARIA DEL TRAMPAL.

 Conocí la iglesia de Santa María del Trampal a mediados de los años 78, cuando fueron tomadas las fotografías que presento en este trabajo. Se encuentra situada a cuatro kilómetros de la Vía de la Plata, siendo posible que un ramal de este camino se desviara en dirección a Trujillo pasando por el Trampal o muy cerca de él. Pues llama la atención que la fábrica de Santa Lucía en su totalidad está construida por sillares reutilizados que pertenecieron a otros edificios más antiguos, posiblemente romanos, ya que muchos contienen inscripciones romanas, aras dedicadas a la diosa Ataecina, diosa celtibera asimilada por los romanos como Ceres y Proserpina. Esta diosa, tenía su culto en Turóbriga ciudad celta citada por Plinio, pero carecemos su ubicación actualmente, Plinio la sitúa en Betaria donde tenía un templo dedicado a su culto. Estuvo también muy extendido su culto en la Betica y Lusitania.

La Gran Enciclopedia Extremeña dice lo siguiente de nuestro templo de Santa Lucía del Trampal:

El mejor hallazgo de época visigoda es la basílica de Santa Lucía en el lugar del Trampal, quizás sobre un santuario pagano previo, como indican algunas de las numerosas inscripciones romanas allí encontradas. La basílica del Trampal es la única de época visigoda que permanece en pie en el área sur de la Península. Tiene un cuerpo de tres naves muy estrechas, separadas por pilares que ya no existen, un estrecho pasillo central que comunica con un crucero, y tres cabeceras rectangulares. A un lado y otro de las naves, se desarrollan habitaciones adosadas de función incierta. Es posible que el estrecho pasillo ante el crucero, cerrado por canceles, fuera el lugar del coro, y el crucero, con salidas al exterior por dos puertas laterales, lugar de comunicación entre las cabeceras y el pasillo. En la cabecera central se dispondría el altar, siendo lo más probable que las laterales sirvieran como sacristías. El cierre de las cabeceras es abovedado en herradura, y el del crucero también.

Debió haber aquí cimborrios cuya fragilidad no ha permitido su pervivencia. La bóveda del crucero está reforzada con arcos fajones de herradura, y éstos, junto con los arcos de entrada en cada cabecera formarían los arcos torales que soportaron los cimborrios. Bajo cada arco existían columnas con carácter ornamental, que, al igual que las impostas de mármol, con labores de talla y capiteles, faltan hoy. La basílica del Trampal, acompañada de otra construcción a 200 m quizás también religiosa, se considera monástica, y fue realizada en el siglo VII.



A pesar de que el edificio siempre ha estado a la vista y era conocido por la gente del lugar fue descubierto, o redescubierto, en 1980 por D. Juan Rosco Madruga profesor de Geografía e Historia y su esposa. Entonces era una ruina a punto de hundirse definitivamente como le ocurrió a otra iglesia, la de Santiago, situada apenas a seiscientos metros de ella y cuyos sillares terminaron sirviendo para restaurar la fachada de la parroquia de Alcuéscar.

 






Los trabajos de excavación y restauración del templo proporcionaron 31 inscripciones romanas, de las que quince son altares dedicados a la diosa indígena “Ataecina”. Este conjunto, unido al gran número de monumentos anepigráficos, constituye la evidencia del mayor santuario de esta divinidad conocido hasta la fecha, solo compatible al del dios lusitano “Endovellicus”. La revisión de todos los testimonios de “Ataecina” hallados en Hispania permite ver que su culto se extendió por las regiones orientales de la provincia de Lustania y que, ocasionalmente, entró en contacto con el culto de Proserpia. “Tubriga/Turobriga”, el enclave principal del culto pudo estar dentro del territorio de “Emerita Augusta”, no lejos del templo de Santa Lucia y cerca del paraje de “Las Torrecillas”.

Se puede pensar que el centro del cuto se localizaba en una ciudad llamada Turóbriga, de la cual no se sabe si pertenecía a la Bética o a la Lusitania, también se ha pensado que más que una ciudad, pudiera ser un lugar sagrado donde se realizarían los ritos, siendo una zona de encuentro de vetones, lusitanos y célticos, e inclusive pactos entre ellos.

Las aras votivas dedicados a la diosa Ataecina designada como DEA DÖMINA ATAECINA TUROBRIGENSIS PROSERPINA o simplemente como DEA DÖMINA ATAECINA TUROBRIGENSIS.

Ataecina, fue una diosa ctónica adorada por los antiguos iberos, lusitanos, carpetanos en la Península Ibérica, se la rindió culto antes por los pueblos anteriores a los romanos, conocida con el apelativo “Turobrigensis”, era la diosa del renacer, la fertilidad, la naturaleza y en muchas inscripciones de añade “servatrix” o conservadora de la salud, pues hay una inscripción en Merida en la que se relaciona con las aguas.Diosa que tenía un carácter agrícola (el renacer de la primavera y el renacer la vegetación de la tierra y un carácter infernal, por lo que se le asocia al inframundo (para descender con el otoño y vivir bajo la tierra en invierno). En los yacimientos donde se han encontrado objetos e inscripciones, se encuentran cerca de explotaciones minera de hierro y estaño; lo que refuerza el carácter inframundo de esta deidad, ya que en diferentes mitologías el dios del inframundo es poseedor también de los metales y minerales ocultos en las entrañas de la tierra.

Tenía poder para descubrir objetos robados y castigar a los ladrones. Muchas lápidas votivas contienen oraciones o evocaciones para protegerse de los robos y recuperar los objetos robados.



Diosa Ataecina Turibrigense Proserpina, te ruego pido y demando, por tu gran majestad, que seas mi vengadora en cuantos robos me han sido hechos; un “quídam” (uno, alguno. N.A.) a mí me ha escamoteado, en menos tiempo que se tardó en hacerlas, las cosas que abajo escribo: túnicas, seis; capota de lienzo dos, camisas…

Traducción de Garcia Iglesias.

El símbolo principal con la que se identifica esta diosa son las “cabras”. No se sabe si la cabra simboliza su carácter agrícola o su carácter infernal, lo que se sabe es que era una de las principales bases de la economía de los que le rendían tributo. En la superficie superior de las aras, suele haber unos huecos, generalmente cuatro, uno para cada pata, que servían para sujetar una estatuilla de cabra realizada en bronce (exvoto) o bien unos cilindros en los que se tallaba un rostro de grandes ojos redondos combinados con otras formas geométricas que conformaban los rasgos de la cara.




Ataecina, es una diosa local, como el dios lusitano Endovelico, siendo el medio natural el lugar del culto, espíritus protectores del lugar, relacionados con otros espíritus y divinidades ctónicas. Estos santuarios son de difícil acceso, tal vez buscando el misticismo entre lo oculto dando mayor énfasis a lo sagrado.

Se deduce que Santa María del Trampal, fuese construida sobre un lugar de culto tradicional anterior (santuario dedicado a Ataecina) y donde se aprovecho el material como queda constancia en numerosas partes de sus muros.

 

 

José Antonio Pajuelo Jiménez.

                                                               “CREANDO CULTURA.”

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