viernes, 25 de septiembre de 2020

Conjunto Monumental del Tiemblo.

 

LOS TOROS DE GUISANDO.

En el término municipal del Tiemblo en la provincia de Ávila se encuentra ubicado un conjunto artístico del arte prerromano o vetón que data del siglo II y I antes  de Cristo, estas cuatro esculturas realizadas en granito representan a cuadrúpedos como toros o verracos, con preferencia a los toros pues en algunas de las cabezas se encuentran oquedades que corresponderían a la inserción de los cuernos.

                 


En el cerro de Guisando en su loma, las cuatro esculturas se encuentran costado a costado, formando una línea en dirección norte sur y todas ellas mirando hacia el ocaso del sol, dejando a sus espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de Castilla y León y Madrid.
Una de las posibles interpretaciones que se dan a estas esculturas es que, dada la dependencia de la ganadería para la subsistencia del pueblo, se puede suponer que estas eran protectoras del ganado, estaban dotadas de una finalidad mágica. Podrían tener también fines religiosos o funerarios, o bien simples hitos en las cañadas o delimitaciones territoriales. En sí, estos Toros no están ligados a un castro prerromano, sino a una antigua ruta de comunicación ya existente.
Durante el periodo romano se realizó una inscripción latina en el primer toro: “LONGINUS PRISCOCALAET Q PATRI F.C. lo que viene a significar QUE Longino se encargo de hacer este monumento a su padre Prisco de los Galaéticos. F.C. Faciendum Curavit o pago con su dinero. Lo que nos hace pensar que durante los siglos I, II pasaron a constituir un monumento funerario romano o de carácter conmemorativo.

       
Así en la época romana tales esculturas debieron tener como principal objeto o finalidad, la protección de los animales ya que con su sola presencia ya mediante la realización sobre ellas, a modo de altares, de determinados actos culturales, sacrificios de animales, libaciones, quemado de perfumes etc, según atestiguan los elementos rituales, existente sobre algunos de ellos, como es el caso del llamado “burro de San Vicente” de San Felices de los Gallegos - dirigido a sus deidades invocando su protección, su procreación, etc., estando por tanto, en general, asociadas a los ganados situándolas por ello aquellas gentes, en los lugares donde estos se concentraban, como es la proximidad a los núcleos urbanos, o lugares donde se concentraban los ganados, manantiales o pasto húmedos. Todo con un poder mágico protector para animales y personas.

             

En la época romana, siglo I, la finalidad de los verracos debió ampliarse siendo dedicados en su mayoría a la erección de determinados monumentos dedicados a personas, proliferando el carácter funerario, como es el monumental complejo de los Toros de Guisando.
Manuel Gomez-Moreno, al principio del siglo XX dijo de este conjunto monumental:

 “uno de ellos roto y medio enterrado, los otros tres en fila, sus cabezas hacia el cerro, o sea, a oriente, y separados entre sí por espacios de 1,70, 2,40 y 280 m. Son de berroqueña, varían poco en tamaño, siendo su promedio de 2,70 de largo, 0,80 de ancho y 1,50 m. de alto (...). Sus cabezas, aunque destrozadas a golpes, conservan algo de modelado en las arrugas de la gorja y unos orificios en el testuz, donde probablemente se afianzaban cuernos metálicos (...), dos de los toros muestran verdugones en la nalga derecha, cual marcas de ganadería (...). En cuanto a ser toros y no elefantes, no cabe duda. Pero lo que más celebridad les ha dado son las inscripciones que se les atribuían, copiadas de unos en otros (...). Al fin la crítica por un lado y la observación por otro, vienen a dar en tierra con este pretendido monumento de nuestra historia clásica (...), el examen de los toros mismos comprueba que ni existen grabadas en ellos ni han podido estarlo, y que la falsificación no trascendió del papel, alegándose siempre, para no copiarlas directamente, que el deterioro de la piedra impedía ya reconocerlas. Esto no es exacto: la calidad del granito es excelente, y su superficie, preservada además por musgos, resulta bien lisa excepto el costado derecho del primer toro, hacia el sur, donde sí hay grabada una inscripción (...) He aquí su facsímile: LONGINVS, PRISCO-CALA, ETIQ-PATRI-F-C.” ¡¿?!.

 En este lugar se firmó en el siglo XV el tratado de los Toros de Guisando entre el rey Enrique IV de Castilla y su hermana Isabel (conocida como Isabel la Católica), en la que se programaba a Isabel como Princesa de Asturias, por tanto, heredera del trono.

 Biografía. Juani García Medina. En busca de nuestro pasado.

                Los Toros de guisando, por Mariano Serna Martinez.



Jose Antonio Pajuelo Jimenez.
                      
                
                                              "CREANDO CULTURA"

 

 




 



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