lunes, 8 de febrero de 2021

MASCARADAS DE INVIERNO.

 

 LAS MASCARADAS DE INVIERNO.

La mascara es el elemento inseparable del Carnaval, esta fiesta de invierno tiene siglos de antigüedad, continuada y a la vez tergiversada por las tradiciones populares de pequeños pueblos no solo de Extremadura, sino del norte de España.

El carnaval es en realidad la última mascarada del invierno. Algunas de ellas se han conservado desde los tiempos romanos, medievales, mientras otras se están recuperando con más o menos aciertos. Quizás sea España el país europeo que más mascaradas conserva, sobre todo en las montañas del noroeste peninsular. En cuanto a las fechas, lo que dice el refrán: “Ni que te pelees ni que te mates, los carnavales caen en domingo, lunes y martes”.

Regresan del pasado recordándonos nuestros orígenes. La mayor parte zoomorfas, con cabeza de animal (osos, lobos, toros, caballos...). Debieron ser animales protectores del lugar (o seres intermedios entre dioses y hombres) a los que la Inquisición transformó en demonios y botargas. Hoy siguen presentes en los rituales que son principalmente de fecundidad. Se les está prestando más atención últimamente porque vienen de otros países a estudiarlos. Hoy día se han organizado festivales de Máscaras ibéricas en Zamora, León y Galicia (sin olvidar los de los Trans-Os- Montes portugueses). Los de pequeños pueblos, aldeas son los más interesantes.

Ovidio, poeta romano siendo mayor, escribió un calendario poético llamado Fasto, donde nos relata las diversas fiestas romanas y las leyendas relacionada con cada una de ellas. Los romanos llamaban “feriae” a las fiestas, en esto días se cerraba el comercio, el trabajo, todas actividades judiciales etc. por lo general estas fiestas tenían un carácter religioso. Se organizaban multitudinarias procesiones en que los protagonistas llevaban máscaras que representaban a los genios de la Tierra y la Fecundidad. Para algunos historiadores estos cortejos dieron origen a las representaciones de teatro. Algunas de estas manifestaciones fueron prohibidas por el Senado Romano a partir del año 186 antes de Cristo, pero el pueblo y las diferentes sectas siguieron guardando la tradición hasta bien entrada la época imperial.

Es a partir de aquí estas fiestas se tergiversaron y tomaron unas características diferentes y cada pueblo las distorsiono según su criterio adaptándose a las diferentes creencias místicas de cada uno. Esta sería una forma de buscar una raíz común a las diferentes mascaradas existentes en España.

He indagado en las diferentes fiestas romanas, entre ellas la “Strena” de la que hablaremos en otro artículo, la “Compitalia”, “Lupercales”, ”Parentalia” etc fiestas de enero y febrero.

El día de las Compitalia estaba dedicado a los Lares Viales (de los caminos); por eso, allí donde los caminos se cruzan, en las encrucijadas, se realizaban sacrificios. Su fecha se anunciaba cada año. Era la fiesta de los compitas, de las encrucijadas, de los cruces de senderos que se formaban por los límites de las propiedades rurales y de las calles de la ciudad.

La noche anterior a la fiesta, se colocaban en diferentes puntos de la encrucijada, imágenes deformes y desproporcionadas, que se confeccionaban bien de harina, lana, con objeto de emular figuras que sirvieran para ahuyentar el peligro que pudiese amenazar a las familias y que los espíritus respetasen a los vivos. El fin era ahuyentar a los espíritus malignos.

Esta es la base, a mi criterio de las mascaradas actuales, durante la época celta no encuentro ninguna base de momento que pudiese ser el origen de las mascaradas. Así que de momento solo tenemos las Compitalias y las Lupercales, ambas fiestas romanas.

En el norte de nuestra región dentro de las fiestas con máscaras tenemos las Carantoñas y el Jarramplas, Taraballo.

No se sabe con certeza el origen de esta fiesta ni el significado de sus personajes. Como otras muchas, es una mezcla de ritos paganos y cristianos. Las carantoñas en el pueblo de Acehuche representan las fieras o espíritus malignos, y la Vaca Tora, sería otro ser encargado de la protección del bien. Para otros, identifican los símbolos de esta fiesta con los de otras fiestas paganas relacionadas con la fertilidad y la llegada de la primavera.

Sabemos que es tradición pagana común a muchos pueblos ribereños del Mediterráneo, que los hombres se transformen mediante la vestimenta de pieles de animales salvajes. En estos pueblos, los hombres de las pieles representan con sus bailes y gestos, ritos de apareamiento y celebraciones cuyo paganismo es evidente; la fertilidad, el ciclo de la vida que presagia la próxima primavera, las mieses despuntando ya en los campos...

Los símbolos más evidentes para estas hipótesis son:

- La piel del macho cabrío: símbolo en todo el mundo mediterráneo de la capacidad viril de fecundación

- La rama de olivo silvestre también es símbolo de fecundidad en el mismo marco geográfico.

- El pimiento que cuelga de las caretas tiene un significado parecido

La fiesta, en total, si se desliga de lo católico, representa con fidelidad un encuentro entre hombres y mujeres en honor de alguna divinidad pagana que propiciara la fecundidad.

Según otras interpretaciones, la zona de Acehúche era una zona de ganadería, ya desde la época prerromana. Esta fiesta podría estar relacionada con un momento de inactividad pastoril en el cual los pastores se reunían en las aldeas. Este sería un momento propicio para la fiesta.

En otro sentido, se puede relacionar la fiesta con las Kalendae Ianuariae que tradicionalmente tenía lugar a fines y principios de año y que se unificaron con esta denominación en los últimos momentos de Imperio Romano.



En Huesca, “las trangas”, son personajes míticos, mitad humanos mitad animal, símbolos de la virilidad y fertilidad. Se visten con la piel y los cuernos de un macho cabrío, llevan pintada la cara de negro y avisan de su llegada con enormes cencerros. Este sonido es sinónimo de miedo, al igual que los fuertes golpes que atiza el domador al “onso”, personaje salvaje y temido animal que sale de su letargo invernal y es símbolo de fuerza y naturaleza.

 

EL Jarramplas, personaje vestido con una chaqueta y pantalón de los que cuelgan multitud de cintas de colores, cuya cabeza va cubierta con una máscara que tiene dos cuernos y una nariz. Se- gún la leyenda se le veía como un ladrón de ganado, y al que arrojan hortalizas o nabos. Como en todas las tradiciones su origen es difícil de concretar.

El carnaval de Lanz (Navarra), el “Miel Otxin”, es un malvado bandido que representa a los malos espíritus. Se debe a que en la antigüedad robo mil otxines (la moneda que antaño se usaba en Navarra), capturado y paseado por el pueblo es ejecutado y quemado.



Para algunos historiadores, el origen del Taraballo y Jarramplas tienen un origen celta, en similitud con el Dios Taranis. Los cazadores en procesión con el final de disparar las escopetas al aire recuerdan a este dios del trueno, la, la rueda situada en la espalda representa la rueda cósmica del Dios Taranis y la rueda situada en la espalda la rueda cósmica del Dios y la fusta con la que fustiga el Taraballo, es el rayo que porta el mismo Dios. El Jarramplas representaría al Dios Taranis al que lanzan multitud de nabos Estas dos fiestas, son nuestras antiguas creencias y forman parte de nuestro acervo cultural.


Las Lupercalias y estas fiestas Jarramplas, Carantoñas y Taraballo, tienen suficientes rasgos comunes como para considerarlas eminentemente pastoriles, todas las celebraciones se concentran en un mismo ciclo anual, coincidiendo en el tiempo y antes que la religión cristiana asumiera estas ceremonias paganas a la festividad de San Sebastián (soldado del emperador Diocleciano que le nombró jefe de la guardia pretoriana imperial al desconocer su fe cristiana); en algunas había que sacrificar a un perro como en las Lupercalias , perro que también se sacrifica en el Taraballo, cuyo fin en esta última era usar su piel para parche de tambor.¿ Porque el perro?; en la antigüedad el perro  se le consideraba “animal de mal augurio” sobre todo de acontecimientos desgraciados y su muerte tenía como finalidad de eliminar las fuerzas negativas de lo que predice.

Los pastores trashumantes castellanos hacían pastar los ganados a ritmo de tamboril que con el monótono “tan tan” las ovejas comían mas tranquilas y como estos tambores tenía los parches de piel de perro, el insistente sonido no permitía que los lobos se acercaran a la manada. El son pinta lo mismo que los ladridos de los perros, también el tambor, generalmente de piel de perro  se emplea en las Hurdes por los pastores para defenderse del “Bichu”.[i]

En sí, es difícil encontrar una base común a todas estas mascaradas, de lo que si estoy seguro que la hay. Estos resúmenes de cada una de ellas, solo nos dan una idea para empezar a estudiar sus raíces.

Jose Antonio Pajuelo Jiménez.

                                                "CREANDO CULTURA"

 

 

 

 



 

 

 



[i] La fiesta del lobo en Extremadura. Revista folklore, nº132

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