LAS MASCARADAS DE INVIERNO.
La mascara es el elemento inseparable del Carnaval, esta
fiesta de invierno tiene siglos de antigüedad, continuada y a la vez
tergiversada por las tradiciones populares de pequeños pueblos no solo de
Extremadura, sino del norte de España.
El carnaval es en realidad la última mascarada del invierno.
Algunas de ellas se han conservado desde los tiempos romanos, medievales,
mientras otras se están recuperando con más o menos aciertos. Quizás sea España
el país europeo que más mascaradas conserva, sobre todo en las montañas del
noroeste peninsular. En cuanto a las fechas, lo que dice el refrán: “Ni que te
pelees ni que te mates, los carnavales caen en domingo, lunes y martes”.
Regresan del pasado recordándonos nuestros orígenes. La mayor
parte zoomorfas, con cabeza de animal (osos, lobos, toros, caballos...).
Debieron ser animales protectores del lugar (o seres intermedios entre dioses y
hombres) a los que la Inquisición transformó en demonios y botargas. Hoy siguen
presentes en los rituales que son principalmente de fecundidad. Se les está
prestando más atención últimamente porque vienen de otros países a estudiarlos.
Hoy día se han organizado festivales de Máscaras ibéricas en Zamora, León y
Galicia (sin olvidar los de los Trans-Os- Montes portugueses). Los de pequeños
pueblos, aldeas son los más interesantes.
Ovidio, poeta romano siendo mayor, escribió un calendario
poético llamado Fasto, donde nos relata las diversas fiestas romanas y las
leyendas relacionada con cada una de ellas. Los romanos llamaban “feriae” a las
fiestas, en esto días se cerraba el comercio, el trabajo, todas actividades
judiciales etc. por lo general estas fiestas tenían un carácter religioso. Se
organizaban multitudinarias procesiones en que los protagonistas llevaban
máscaras que representaban a los genios de la Tierra y la Fecundidad. Para
algunos historiadores estos cortejos dieron origen a las representaciones de
teatro. Algunas de estas manifestaciones fueron prohibidas por el Senado Romano
a partir del año 186 antes de Cristo, pero el pueblo y las diferentes sectas
siguieron guardando la tradición hasta bien entrada la época imperial.
Es a partir de aquí estas fiestas se tergiversaron y tomaron
unas características diferentes y cada pueblo las distorsiono según su criterio
adaptándose a las diferentes creencias místicas de cada uno. Esta sería una
forma de buscar una raíz común a las diferentes mascaradas existentes en
España.
He indagado en las diferentes fiestas romanas, entre ellas la
“Strena” de la que hablaremos en otro artículo, la “Compitalia”, “Lupercales”, ”Parentalia”
etc fiestas de enero y febrero.
El día de las Compitalia estaba dedicado a los Lares Viales (de los caminos); por eso, allí donde los caminos se cruzan, en las encrucijadas, se realizaban sacrificios. Su fecha se anunciaba cada año. Era la fiesta de los compitas, de las encrucijadas, de los cruces de senderos que se formaban por los límites de las propiedades rurales y de las calles de la ciudad.
La noche anterior a la fiesta, se colocaban en diferentes
puntos de la encrucijada, imágenes deformes y desproporcionadas, que se
confeccionaban bien de harina, lana, con objeto de emular figuras que sirvieran
para ahuyentar el peligro que pudiese amenazar a las familias y que los
espíritus respetasen a los vivos. El fin era ahuyentar a los espíritus
malignos.
Esta es la base, a mi criterio de las mascaradas actuales,
durante la época celta no encuentro ninguna base de momento que pudiese ser el
origen de las mascaradas. Así que de momento solo tenemos las Compitalias y las
Lupercales, ambas fiestas romanas.
En el norte de nuestra región dentro de las fiestas con máscaras
tenemos las Carantoñas y el Jarramplas, Taraballo.
Sabemos que es tradición pagana común a muchos pueblos
ribereños del Mediterráneo, que los hombres se transformen mediante la
vestimenta de pieles de animales salvajes. En estos pueblos, los hombres de las
pieles representan con sus bailes y gestos, ritos de apareamiento y
celebraciones cuyo paganismo es evidente; la fertilidad, el ciclo de la vida
que presagia la próxima primavera, las mieses despuntando ya en los campos...
Los
símbolos más evidentes para estas hipótesis son:
-
La piel del macho cabrío: símbolo en todo el mundo mediterráneo de la capacidad
viril de fecundación
-
La rama de olivo silvestre también es símbolo de fecundidad en el mismo marco
geográfico.
-
El pimiento que cuelga de las caretas tiene un significado parecido
La
fiesta, en total, si se desliga de lo católico, representa con fidelidad un
encuentro entre hombres y mujeres en honor de alguna divinidad pagana que
propiciara la fecundidad.
Según
otras interpretaciones, la zona de Acehúche era una zona de ganadería, ya desde
la época prerromana. Esta fiesta podría estar relacionada con un momento de
inactividad pastoril en el cual los pastores se reunían en las aldeas. Este
sería un momento propicio para la fiesta.
En
otro sentido, se puede relacionar la fiesta con las Kalendae Ianuariae que
tradicionalmente tenía lugar a fines y principios de año y que se unificaron
con esta denominación en los últimos momentos de Imperio Romano.
En Huesca, “las trangas”, son personajes
míticos, mitad humanos mitad animal, símbolos de la virilidad y fertilidad. Se
visten con la piel y los cuernos de un macho cabrío, llevan pintada la cara de
negro y avisan de su llegada con enormes cencerros. Este sonido es sinónimo de
miedo, al igual que los fuertes golpes que atiza el domador al “onso”, personaje
salvaje y temido animal que sale de su letargo invernal y es símbolo de fuerza
y naturaleza.
EL Jarramplas, personaje vestido con una chaqueta y
pantalón de los que cuelgan multitud de cintas de colores, cuya cabeza va
cubierta con una máscara que tiene dos cuernos y una nariz. Se- gún la leyenda
se le veía como un ladrón de ganado, y al que arrojan hortalizas o nabos. Como
en todas las tradiciones su origen es difícil de concretar.
El carnaval de Lanz (Navarra), el “Miel Otxin”, es un
malvado bandido que representa a los malos espíritus. Se debe a que en la antigüedad
robo mil otxines (la moneda que antaño se usaba en Navarra), capturado y
paseado por el pueblo es ejecutado y quemado.
Para algunos historiadores, el origen del Taraballo y
Jarramplas tienen un origen celta, en similitud con el Dios Taranis. Los
cazadores en procesión con el final de disparar las escopetas al aire recuerdan
a este dios del trueno, la, la rueda situada en la espalda representa la rueda
cósmica del Dios Taranis y la rueda situada en la espalda la rueda cósmica del
Dios y la fusta con la que fustiga el Taraballo, es el rayo que porta el mismo
Dios. El Jarramplas representaría al Dios Taranis al que lanzan multitud de
nabos Estas dos fiestas, son nuestras antiguas creencias y forman parte de
nuestro acervo cultural.
Las Lupercalias y estas fiestas Jarramplas, Carantoñas
y Taraballo, tienen suficientes rasgos comunes como para considerarlas eminentemente
pastoriles, todas las celebraciones se concentran en un mismo ciclo anual,
coincidiendo en el tiempo y antes que la religión cristiana asumiera estas
ceremonias paganas a la festividad de San Sebastián (soldado del emperador
Diocleciano que le nombró jefe de la guardia pretoriana imperial al desconocer
su fe cristiana); en algunas había que sacrificar a un perro como en las
Lupercalias , perro que también se sacrifica en el Taraballo, cuyo fin en esta última
era usar su piel para parche de tambor.¿ Porque el perro?; en la antigüedad el
perro se le consideraba “animal de mal
augurio” sobre todo de acontecimientos desgraciados y su muerte tenía como
finalidad de eliminar las fuerzas negativas de lo que predice.
En sí, es difícil encontrar una base común a todas
estas mascaradas, de lo que si estoy seguro que la hay. Estos resúmenes de cada
una de ellas, solo nos dan una idea para empezar a estudiar sus raíces.
Jose Antonio Pajuelo Jiménez.
"CREANDO CULTURA"
Me ha gustado mucho el articulo.
ResponderEliminarUn cordial saludo