En la iglesia de San Miguel de la localidad de Tejeda del Tietar, se enuentra una inscripción votiva sobre un bloque
rectangular de granito color ocre, rota en la parte inferior. En la zona
central se ha tallado en relieve una figura humana muy esquemática en posición
danzante, conocida por los lugareños como “la Muerte Pelona” una
presentación antropomorfa, que se interpreta como un danzante. Cubre su cabeza
con un tocado una especie de sombrero de picos, parecen adivinarse los brazos
que sujeta con sus manos la falda o enagua que le llega hasta sus rodillas, en
sus piernas ligeramente curvadas se distinguen claramente sus pies descalzos,
como si bailase de puntillas.
LA EPIGRAFÍA.
LA EPIGRAFÍA.
El texto se ha grabado en tres tramos: las
tres primeras líneas van en la cabecera, que tiene forma rectangular y pueden
leerse sin dificultad a pesar del desgaste
sufrido; las dos líneas siguientes cubren la parte central del cuerpo de la
figura y están prácticamente borradas; y una última línea prácticamente
imperceptible aparece a los pies de la citada figura. Las letras, con ductus
irregular,
son capitales rústicas y la interpunción en punto.
Se desconoce
su procedencia. Está empotrada en el muro sur de la iglesia de San Miguel, a la
izquierda de la portada principal.
Dimensiones:
(83) x 38 x (---); letras: 1: 6 (la O: 4); 2: 7: 3: 6-7.
s Flâus∙
Due(llis)
OVI [-c.2]
5 +++
AT++RA
Se ha interpretado esta inscripción como una dedicatoria a las Duillae, divinidades documentadas también en dos inscripciones, pero la lectura no es segura. En la tercera línea la S inicial debe de pertenecer a la terminación a libe(n)s y la letra siguiente no es E sino F, como se puede apreciar nítidamente en la foto.
Así pues, no
puede darse por válida la lectura Selais que hace
Domínguez. Además, parece más que probable un enlace AV, con lo cual habría que
leer Flaus.
En cuanto a
las tres últimas letras de esta misma línea deben corresponder al antropónimo de
la filiación, que está abreviado o incompleto. La letra final puede ser I, pero
no hay que descartar una E, exactamente igual que la de libes.
El texto
corresponde al voto hecho por Flaus a un
divinidad (quizás Iuppiter) que seguramente
se encargó de cumplir un segundo individuo, cuyo nombre aparecería en la parte
inferior pero que no hemos podido restituir, por lo que es muy probable que el
texto esté incompleto y falte al menos una línea con la expresión del
cumplimientode dicho
voto.
Flaus es un cognomen romano de
frecuente aparición en ambientes indígenas lusitano, galaico y cántabro-astur,
por lo que es muy posible la existencia de un antropónimo local que pudiera
confundirse con el romano. En la epigrafía cacereña tenemos otro caso
procedente de la localidad de Valencia de Alcántara174. El cuanto al
antropónimo de la filiación se podría pensar en un nombre como Dueni, que vemos
en femenino en una inscripción de la cercana localidad cacereña de Villar del
Pedroso175, o Duelonis, si tenemos
en cuenta que el antropónimo se completaría en la siguiente línea y que está
documentado en otra inscripción procedente de Augustobriga176.
El voto
parece estar dedicado, como indicábamos en líneas anteriores, a Iuppiter pues en la
línea 4 puede leerse OVI. Esta línea y las siguientes están muy borradas, pero muy
bien pudiera corresponder al epíteto o epítetos de esta divinidad. En el comienzo de
la línea 5 las dos primeras letras están formadas por trazos inclinados, quizás MA de
Maximo. Sin
embargo la hipótesis de una dedicatoria a Iuppiter Optimus Maximus no deja de
ser una mera conjetura.
Para otros
autores, Selais, Duillas, eran diosas preromanas, protectoras de la vegetación
y el baile, sería una forma de venerar a esas diosas de la Naturaleza. A Selais
se la ha asociado con una divinidad conocida como Selu que parece compartir
raíz con el Sela o Sala indoeuropeo que significa rio, e cuanto a Duillas se
piensa que procede de la raíz también indouropea dhal o del que significa
brotar o florecer. Por lo que bien pudieron ser divinidades consagradas al rio
Tietar.
Esta lapida
ha sido objeto de apedreamiento por parte de los vecinos, algunos ven en esta
costumbre un curioso ritual, como potenciador de la fertilidad , o bien el que
el danzante sustituye a la persona que sería lapidada, o bien dar castigo a las
personas paganas o desconocidas.
EL DANZANTE.
EL DANZANTE.
Como ya hemos
mencionado, todo él se presenta cubierto, si bien desde un punto más arriba de
la cintura se viste con una especie de falda rectangular, amplia que le llega
hasta las rodillas. Sus piernas separadas entre si y arqueadas. En genera el
conjunto ha sido toscamente labrado, y a la imperfección natural hay que añadir
el deterioro que a la figura ha causado el apedreamiento ritual durante siglos.
Sin duda
estamos ante la imagen de un danzante, interpretado una danza sagrada. Una
observación nos permite saber el tipo de danza que llevaría a cabo nuestro
personaje, como es las dos pequeñas franjas horizontales en la parte superior
de la faldilla que podrían reflejar o simbolizar unos palos de madera. Podría
tratarse de la danza del paloteo, que precisaría de otros compañeros que le
complementaran la actuación.
Así pues, cabría
pensar, que si tenemos unas deidades y unos danzantes por lógica estaríamos ante
un culto a Sellaes y Dvillas, protectoras de la vegetación y de la fertilidad.
Estas danzas debieron ser ejecutadas durante la primavera, momento del año en
que se manifiesta con mayor intensidad la eclosión de la vida.
También podemos
pensar, en una danza armada, ya que el personaje porta un palo en cada mano, muchas
veces los golpes y los ruidos sirvieron para ahuyentar a los agentes
desencadenante del mal o repeler a los malos espíritus.
El APEDREAMIENTO.
Según Domínguez
Moreno J.M. este curioso comportamiento por parte de los tejedanos responde a una
continuidad o pervivencia etnográfica, lo que equivale a decir el ara votiva ya
era apedreada en su primera ubicación.
La
lapidación al igual que la danza, constituye un mecanismo potenciador de la
fertilidad, ya que en el folclore europeo se habla de una realidad de
sacrificios humanos en determinadas fiestas y ceremonias agrarias para
favorecer las cosechas regando con la sangre del sacrificado los campos y
tierras.
La figura
que se apedrea en Tejeda del Tietar, no es otra cosa que otra víctima inmolada.
La ejecución ritual no faltaría en los festejos de las diosas mencionadas y que
la victima no sería otra que uno de los que previamente había danzado en honor
de ellas. Tal vez la muerte había de caer sobre el sacerdote encargado del
aprendizaje de la danza. Cabría recordar que las vestiduras femeninas que luce,
son usadas por sacerdotes de otros dioses relacionados con la vegetación.
Biografía.
Corpus de
Inscripciones Latinas Augustobriga V. Julio Esteban Ortega
Extremadura
Misteriosa. La Muerte Pelona.
El ara votiva de Tejeda del Tietar. José M. Domínguez Moreno
El ara votiva de Tejeda del Tietar. José M. Domínguez Moreno
José Antonio
Pajuelo Jiménez.
“CREANDO
CULTURA”
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