Los Pergaminos Pétreos de la Vía de la Plata.
Cuando me encontraba
ejerciendo en Casas de Millán por el año 1978 leí un artículo sobre los
miliarios en unos de los periódicos de le época su autor Gregorio Gallego Cepeda,
hoy buscando en las carpetas de mis viejos recortes de artículos, me encontré
otro de la Junta de Iniciativas Turísticas del año 1967 donde se daba la idea
de colocar en la carretera general Sevilla- Gijón, (nacional 630) una serie de
Miliarios traídos de la original “Vía de la Plata” o “Calzada de la Plata
romana”. Ambos artículos se cumplimentaban, pues su fin era rescatar del olvido
estas piezas arqueológicas.
Estos miliarios, al mismo
tiempo que servirían de ornato, ya que estratégicamente colocados sobre
pedestales la adornarían de forma artística, y darían realce por su
autenticidad motivando con su exposición una constante lección de historia.
Así, algunos de estos
miliarios fueron rescatado de su secular abandono donde yacían, unos partidos,
otros enterrados por los corrimientos de tierras; otros mudados de su original
emplazamiento y situados en lugares tan peregrinos como encuadras donde los
hemos vistos utilizados como columnas para sostener el edificio. Otros
utilizados como arrendaderos o empotrados en paredes de edificios, y a muy
pocos se les ocurre pensar que aquellas piedras sirvieron hace dos mil años de
hitos marcadores de distancias en las grandes rutas del imperio romano.
Lo que hemos recorrido en
casi toda su extensión a través de la provincia de Cáceres la Calzada romana o
la Vía Lata sabemos que discurre actualmente por terrenos quebrados y sembrados
por otros quedando recorridos sin rastro y a veces confundo con la ruta
ganadera de la Mesta que durante todo el medievo hasta el siglo XX sirvió de
paso a las merinas y ganados trashumante. Peregrinación que costó infinidad de
viajes y de molestias pero que dio como fruto el conocimiento correcto de casi
toda la vía de la Plata, y la situación en ella de los miliarios, de los que,
nos ocupamos.
Hacemos una breve reseña
historiográfica que nos aclara lo que fue la “Vía de la Plata” o “Calzada de
Plata”. Durante las guerras que los romanos sostuvieron con el caudillo
lusitano Viriato por los años 140 antes de J.C. el general Servilio explanó una
ruta militar desde el rio Anas (Guadiana) hasta el rio Tajo. En la confluencia
del rio Almonte con el Tajo está situada una población que se llamaba Túrmulus
(en las cercanías de Garrovilla de Alconetar), hasta esta llegó la explanación
que Servilio construyó para facilitar el movimiento de las legiones romanas en
la conquista de la España Ulterior.
Esta vía fue prolongada por
Quinto Cecilio Metelo por los años 80 antes de J.C. en sus luchas contra
Sertorio. Con posterioridad, pacificada ya la Península, allá por los años 25
antes de Cristo, esta Vía Lata, fue la ruta general de todo el occidente de España,
subiendo hasta Cantabria y Galicia. Prolongación que, si bien en principio fue
hecha con fines pacíficos, fue utilizada hasta bien entrado el siglo XIX.
Por ella pasó todo el
movimiento económico y social y humano y sirvió de cordón umbilical a todo el
occidente Peninsular.
Diferentes emperadores
durante la dominación romana repararon y acondicionaron esta ruta y colocaron a
lo largo de ella la prueba incontrovertible de los miliarios con la epigrafía,
resaltando la obra realizada.
Los miliarios marcaban los
mil pasos. Estas millas romanas son consideradas aproximadamente en 1.478
metros (milia passum), y llevaban su numeración a todo lo largo de la Vía.
Dentro de la provincia de Cáceres, desde sus límites con la de Badajoz hasta la
de Salamanca, había seis “Estancias”, perfectamente reseñadas en el
“Itinerario” de Antonio Caracalla, siendo estas Ad Sonores (Casas de Don
Antonio), Castra Cecilia (Cáceres), Túrmulus (Cercanías de Alconetar),
Rusticiana (Galisteo), Caparra, y Ceciliu Vicus (Baños de Montemayor, aunque algunos
historiadores piensan en Puerto de Bejar o en Peñacaballera).
Aproximadamente había unas
veinte o veinticinco millas de separación entre cada una de ellas. En la
provincia de Cáceres había pues, más de cien miliarios. Estas paradas
facilitaban el descanso de los viajeros y animales, así como el transporte de
mercancías; son las mansiones que alcanzaron un grado de urbanización desigual.
Solo la mansio Capera llegó adquirir cierto nivel urbanística.
Gracias a este artículo del
año 1970, las administraciones locales de los diferentes pueblos los
recogieron, y aunque fueron desplazados de su ubicación original, se muestran a
la población con ellos parte de nuestra historia, como es el caso del parque de
los miliarios de Carcaboso, otros desplazados a casas al encontrarse dentro del
terreno de fincas particulares, o en el museo arqueólogico siendo restituidos por reproducciones como es
el caso del miliario del Puerto de los Castaños, el de Caparra y Aldenueva del
Camino, otros miliarios “in situ”, olvidados o semienterrados como los
que mostramos en las fotos a lo largo de la vía de la plata.
El rescate de estas piedras
fue una obra meritoria que ha garantizado su conservación, evitando su
destrucción y pérdida. Pertenecen a esta vieja España llena de pergaminos
pétreos.
A mi nieto Mateo, que hoy día 18 cumple dos años.
José Antonio Pajuelo Jiménez
“CREANDO
CULTURA”
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