LOS TOROS DE GUISANDO.
En el término
municipal del Tiemblo en la provincia de Ávila se encuentra ubicado un conjunto
artístico del arte prerromano o vetón que data del siglo II y I antes de
Cristo, estas cuatro esculturas realizadas en granito representan a cuadrúpedos
como toros o verracos, con preferencia a los toros pues en algunas de las
cabezas se encuentran oquedades que corresponderían a la inserción de los cuernos.
En el cerro de
Guisando en su loma, las cuatro esculturas se encuentran costado a costado, formando una línea en
dirección norte sur y todas ellas mirando hacia el ocaso del sol, dejando a sus
espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de
Castilla y León y Madrid. Una de las
posibles interpretaciones que se dan a estas esculturas es que, dada la
dependencia de la ganadería para la subsistencia del pueblo, se puede suponer
que estas eran protectoras del ganado, estaban dotadas de una finalidad mágica.
Podrían tener también fines religiosos o funerarios, o bien simples hitos en las
cañadas o delimitaciones territoriales. En sí, estos Toros
no están ligados a un castro prerromano, sino a una antigua ruta de
comunicación ya existente.
Durante el periodo
romano se realizó una inscripción latina en el primer toro: “LONGINUS PRISCOCALAET
Q PATRI F.C. lo que viene a significar QUE Longino se encargo de hacer este
monumento a su padre Prisco de los Galaéticos. F.C. Faciendum Curavit o pago
con su dinero. Lo que nos hace pensar que durante los siglos I, II pasaron a
constituir un monumento funerario romano o de carácter conmemorativo.
Así en la época romana
tales esculturas debieron tener como principal objeto o finalidad, la
protección de los animales ya que con su sola presencia ya mediante la realización
sobre ellas, a modo de altares, de determinados actos culturales, sacrificios
de animales, libaciones, quemado de perfumes etc, según atestiguan los
elementos rituales, existente sobre algunos de ellos, como es el caso del
llamado “burro de San Vicente” de San Felices de los Gallegos - dirigido a sus
deidades invocando su protección, su procreación, etc., estando por tanto, en
general, asociadas a los ganados situándolas por ello aquellas gentes, en los
lugares donde estos se concentraban, como es la proximidad a los núcleos urbanos,
o lugares donde se concentraban los ganados, manantiales o pasto húmedos. Todo con
un poder mágico protector para animales y personas.
En la época
romana, siglo I, la finalidad de los verracos debió ampliarse siendo dedicados
en su mayoría a la erección de determinados monumentos dedicados a personas,
proliferando el carácter funerario, como es el monumental complejo de los Toros
de Guisando.
Manuel Gomez-Moreno,
al principio del siglo XX dijo de este conjunto monumental:
“uno de ellos roto y medio enterrado, los
otros tres en fila, sus cabezas hacia el cerro, o sea, a oriente, y separados
entre sí por espacios de 1,70, 2,40 y 280 m. Son de berroqueña, varían poco en
tamaño, siendo su promedio de 2,70 de largo, 0,80 de ancho y 1,50 m. de alto
(...). Sus cabezas, aunque destrozadas a golpes, conservan algo de modelado en
las arrugas de la gorja y unos orificios en el testuz, donde probablemente se
afianzaban cuernos metálicos (...), dos de los toros muestran verdugones en la
nalga derecha, cual marcas de ganadería (...). En cuanto a ser toros y no
elefantes, no cabe duda. Pero lo que más celebridad les ha dado son las
inscripciones que se les atribuían, copiadas de unos en otros (...). Al fin la
crítica por un lado y la observación por otro, vienen a dar en tierra con este
pretendido monumento de nuestra historia clásica (...), el examen de los toros
mismos comprueba que ni existen grabadas en ellos ni han podido estarlo, y que
la falsificación no trascendió del papel, alegándose siempre, para no copiarlas
directamente, que el deterioro de la piedra impedía ya reconocerlas. Esto no es
exacto: la calidad del granito es excelente, y su superficie, preservada además
por musgos, resulta bien lisa excepto el costado derecho del primer toro, hacia
el sur, donde sí hay grabada una inscripción (...) He aquí su facsímile:
LONGINVS, PRISCO-CALA, ETIQ-PATRI-F-C.” ¡¿?!.
En este lugar se
firmó en el siglo XV el tratado de los Toros de Guisando entre el rey Enrique
IV de Castilla y su hermana Isabel (conocida como Isabel la Católica), en la
que se programaba a Isabel como Princesa de Asturias, por tanto, heredera del
trono.
Biografía. Juani García Medina. En busca
de nuestro pasado.
Los Toros de guisando, por Mariano
Serna Martinez.
Jose Antonio Pajuelo Jimenez.
"CREANDO CULTURA"
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