Los guerreros celtas en la alta Extremadura
La herencia celta está profundamente enraizada en los orígenes de nuestra cultura. Pero, ¿ quiénes eran los celtas?, . Parece una pregunta bien sencilla, pero en realidad encierra muchas respuestas. En los siglos VII – VI antes de J.C. los celtas se extendían desde el Atlántico hasta Europa oriental. Su origen se pierde en el origen de los tiempos, pero se puede decir que salieron del anonimato prehistórico hace unos dos mil quinientos años. A partir de aquí podemos encontrar algunas referencias de los autores clásicos, que nos hablan de la Keltiké – la Celtica, comprendida entre Francia, Alemania, Suiza y Austria. Allí en pleno corazón de Europa, vivía un conjunto de pueblos, con una lengua y costumbres comunes que más tarde los investigadores agruparían bajo el nombre de la cultura Hallstatt.
La herencia celta está profundamente enraizada en los orígenes de nuestra cultura. Pero, ¿ quiénes eran los celtas?, . Parece una pregunta bien sencilla, pero en realidad encierra muchas respuestas. En los siglos VII – VI antes de J.C. los celtas se extendían desde el Atlántico hasta Europa oriental. Su origen se pierde en el origen de los tiempos, pero se puede decir que salieron del anonimato prehistórico hace unos dos mil quinientos años. A partir de aquí podemos encontrar algunas referencias de los autores clásicos, que nos hablan de la Keltiké – la Celtica, comprendida entre Francia, Alemania, Suiza y Austria. Allí en pleno corazón de Europa, vivía un conjunto de pueblos, con una lengua y costumbres comunes que más tarde los investigadores agruparían bajo el nombre de la cultura Hallstatt.
Los celtas, junto con otros
pueblos como los germanos, los persas, los latinos o los hititas salieron de un
grupo común. Este antiquísimo grupo humano, con semejanza de lengua y cultura,
ha sido llamado indoeuropeo. Se cree que en el III milenio antes de Cristo se extendieron,
surgiendo aldeas fortificadas, donde habitaban hombres y mujeres dedicados a la
agricultura y al pastoreo. Así emergieron numerosos pueblos nómadas, que no
conocían más patria que el camino, ni más hogar que el lugar donde decidían acampar.
Esto contribuía a que no tenían mucho interés en las artes, escultura,
pinturas.
Según Herodoto, “los celtas
ocupaban un amplio territorio del mundo occidental, desde la fuentes de Alto
Danubio a más allá de las columnas de Hércules”.
Eran los celtas, “Señores
de la Guerra”, comenta el cronista
Maximus, en relación con el uso de la cal por parte de los guerreros celtas decía lo siguiente: “la
cal les daba una apariencia frenética y monstruosa, y cuando actuaban en la
embestida, siempre lograban asustar a sus adversarios”.
Para
el pensamiento celta, la valentía era el camino directo hacia la gloria del Más
Allá, el espacio de ultratumba, en la
otra vida, la que se alcanzaba a través de la transmigración de las almas.
Por ello, ese ardor en los combates se hacía más notable, porque los guerreros
celtas no temían a la muerte: los druidas les habían inculcado el valor y la
fuerza, tanto física como moral, que hizo de los celtas los guerreros más
fuertes de la Antigüedad.
Una de las manifestaciones
artística del pueblo celta, son las
esculturas de sus guerreros que se pueden relacionar con la aristocracia de
tipo militar. Son unas figuras bastante toscas, de tamaño natural o superior,
en la que se aprecian una clara preocupación por subrayar ciertos rasgos como
símbolo de categoría y prestigio: el armamento generalmente, un escudo
singular, puñal sobre el costado, espada, y a veces casco, cuyo origen se puede
situar en la meseta.
Se piensa que podían
representar a los dioses, pero parece más seguro que se trate de héroes o
personajes notables pertenecientes a la casta militar, que posiblemente
dominaba la entrada principal de la aldea. Se conocen unas treinta figuras de
este tipo, fechada en los Siglos I y II antes de Cristo, para otros autores
anteriores, pues es muy posible que se basen en una tradición anterior.
Dos de estas figuras, las
encontramos en el norte de Extremadura, Una procedente de Segura de Toro que se encuentra en el Museo Arqueológico de
Cáceres, y la otra actualmente propiedad de la familia Ojesto, en la localidad
de San Martin de Trevejo que se encuentra en el patio de su casa, y que fue encontrada
en la Dehesa de Villalba, termino municipal de Villamiel.
El Guerrero
de Segura de Toro.
Estela
del guerrero.- Se encontró caída al lado de una pared en el "collao
Melchor". Se trata de un bloque de granito no muy compacto por el
predominio del feldespato. Mide de largo total ciento nueve centímetros; en la
cintura, treinta y uno.
La
grabación se ha hecho sobre una superficie plana. La parte posterior de la
piedra se ha desbastado en forma de quilla, y la zona más inferior de esta cara
se ha rebajado de grosor buscando un afilamiento. Ello nos lleva a aceptar que
estaría hincada y además empotrada, por tanto, de pie.
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En el
cuerpo de la figura y en el centro del pecho, partiendo de la que sería fosa
subclavicular derecha y discurriendo oblicuamente de derecha a izquierda y de
arriba a abajo, aparece el diseño de espada cuya punta no llega a alcanzar la
línea anterior axilar del lado izquierdo y sí la región de las costillas
flotantes de ese lado. Esta distancia medida en su sujeto normal da una
longitud de cuarenta centímetro. Los trazos que permitieron grabar, y excavar,
esta forma no están muy bien conservados en toda la composición. La figura que
damos en el dibujo, la tomamos como más cierta. Colocada en este lugar la
empuñadura del arma se ha situado en el punto donde la acción de aprehensión va
unida a la posición mas firmemente activa muscular del brazo.
Se
trata de una espada corta, de antenas atrofiadas, en disco o bolas, mango
largo, hoja que, presentándose ancha en la figura, sugiere un contorno
fusiforme. Creemos que es la representación del arma dentro de su vaina y de
aquí que, para una perfecta información, lamentamos el deterioro de la piedra,
por lasca, en la zona de la punta. El arriaz aparece marcado por un contorno
ensanchado con ángulos rectos y en cada uno de ellos se evidencia la labra de
una hocita; cuya personalidad, con tan abundantes manifestaciones, se destaca
al enfrentarle con el arte céltico europeo. Mide esta espada veintitrés
centímetros de larga; ocho centímetros es el largo de la empuñadura; el ancho
mayor de la espada, medido en la parte media de su hoja, es de cuatro
centímetros. La anchura de la empuñadura es de veintitrés milímetros; la del
arriaz de seis centímetros; el largo de la hoja de quince centímetros.
Y con
estos elementos hemos de fijar la cronología de esta Estela.
Es la
espada la que más puede centrar el "tiempo". Su emplazamiento sobre
el pecho elimina la que al decir de Posidonio llevaban los guerreros
celtibéricos, rizada casi a la altura de la cintura y que era de un palmo de
longitud, tamaño excesivamente corto para el arma que estudiamos. La presencia
de un remate biglobular la concede toda la categoría celtibérica. Habiendo
surgido en terrenos de prodigada "cultura de verracos", nos obliga, y
nos permite, documentarla con los hallazgos de círculos hermanos, mientras
llegan los productos "propios" que una excavación bien dirigida en
este "complejo", sin duda aportaran.
Creemos
que este monumento se acomoda, con todo derecho, dentro del arte céltico
español cuya personalidad, con tan abundantes manifestaciones, se destaca al
enfrentarle con el arte céltico europeo.
Es una
escultura también labrada en granito con forma de cipo y de grandes
dimensiones, con una altura de 2,10 metros de altura que fue encontrada en la
pared de un molino. La parte inferior, se adorna con ondas de carácter acuático
grabadas con trazos incisos y semejante a las decoraciones de la cerámica
castreña. La parte superior de la estatua remata en una cabeza humana rota y
una especie de coleta recorre la zona superior y occipital de la testa.
En la
parte anterior del cuerpo, se aprecia una cartela que hace referencia al año
1792, posiblemente hecha por el autor del hallazgo que quiso dejar constancia
de la fecha de su descubrimiento.
Esta
escultura que puede ser clasificada como propia del arte y cultura castreña, se
mueve desde el punto de vista estilístico, dentro de unos rasgo de rudeza, tosquedad
y despreocupación total por la forma, lo cual contrasta con el especial cuidado
puesto en la labra de ciertos detalles como el cabello y la coleta que recorre
la cabeza.
Ambos
guerreros se pueden apreciar que los detalles anatómicos están escasamente
representados. Por lo que ambos podrían datarse cronológicamente en la misma época
del arte céltico europeo.
Datos obtenidos:
Comunicación presentada en el IX Congreso Nacional de Arqueología, presentado por MARCELIANO SAYANS CASTAÑOS.
Los Celtas .Teresa Vega. Monografia. 1993.
Jose Antonio Pajuelo Jimenez. Visita la vozdeplasencia.blogspot.com
Datos obtenidos:
Comunicación presentada en el IX Congreso Nacional de Arqueología, presentado por MARCELIANO SAYANS CASTAÑOS.
Los Celtas .Teresa Vega. Monografia. 1993.
Jose Antonio Pajuelo Jimenez. Visita la vozdeplasencia.blogspot.com
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