martes, 7 de mayo de 2024

IGLESIA Y CONVENTO DE SAN VICENTE FERRER

 

DATOS PARA SU HISTORIA.


Este convento de San Vicente Ferrer lo mandaron construir los duques de Zùñiga don Álvaro de Zùñiga y su segunda mujer doña Leonor de Pimentel, por el año de 1.464. 

                                    


Cuenta una vieja tradición que mandaron construir el convento por haber recibido del santo el milagro de resucitar al hijo de los duques don Juan de Zùñiga, el cual llegó a ser Maestre de Alcántara a los 14 años, a Cardenal Arzobispo de Sevilla y murió electo para Santiago en el año 1.504. Su capelo de cardenal estaba colgado del crucero de la iglesia. Nicolás Díaz y Pérez, en su libro “El Plutarco Extremeño”, dice que se erigió para conmemorar el nacimiento de este hijo. Este D. Juan fue el último Gran Maestre de Alcántara, ya que renunció de su cargo a favor de los Reyes Católicos los cuales lo ostentaron desde entonces. En el orden cronológico ocupó el puesto 37 de Gran Maestre de Alcántara. falleció en Guadalupe y fue sepultado  en medio del crucero y capilla mayor, su sepultura carente de inscripción, destacada por un cuadrado de losas azules, y sobre esta, se puso pendiente de la bóveda de la iglesia su capelo de cardenal, que fue retirado a finales del siglo XX.


El convento se empezó a construir en el año 1.473, y se terminó en el año 1.487. El autor de los planos fue Pedro de Ezquerra, y su hijo Juan fue el autor de la escalera al aire. El cantero Pedro González fue el maestro de toda la obra. Este cantero era natural de Plasencia y esta considerado el mejor cantero de la ciudad. Este hombre era viudo y al terminar el convento entró de fraile en el mismo.

Aunque fueron los duques los que lo oficialmente lo iban a costear, no fue bastante el dinero que tenían y tuvieron que recurrir al Papa, Sixto IV, el cual concedió que los bienes del casi extinguido convento de San Marcos, las fundaciones de doña Sevilla de Carvajal, para religiosas, la de doña Catalina Jiménez, para un hospital, y otras que aun no estaban ejecutadas ni cumplidas las voluntades de sus fundadores. Todas fueran a parar para la ejecución de la iglesia y convento. También hay que reseñar que la mota o fortaleza que había en el solar donde se realizó el convento era de la ciudad y por lo tanto el Duque se apropió de terreno público para su uso particular.

Este Papa conocía a la duquesa de cuando era cardenal y se llamaba Francisco de la Rovera, y vino a Castilla como procurador general de los franciscanos, en esa época fue protegido de la duquesa. En la catedral se conserva una imagen de este Papa, está en la primera columna entrando por la puerta norte.

Así y todo tampoco fue bastante, y la duquesa se dirigió al rey D. Enrique IV. el cual expidió una cédula por la cual concedió un Juro perpetuo de Servicio y Montazgo en el puerto de Malpartida, de 50.000 mrs. a beneficio del convento.

 

Al final la realidad fue que los Duques pusieron muy poco dinero suyo para la edificación del citado convento, pues se apropiaron con artimañas de todas las fundaciones que se iban a realizar en la ciudad. Estas fundaciones tenían bienes en casa y fincas para que se realizaran, pero la Duquesa se los quitó y no se realizaron nunca más. Entre los bienes que se apoderó la Duquesa estaban los del priorato del convento de San Marcos con sus casas, rentas y haciendas. La dehesa de Mironcillo, la mitad de Valtravieso, parte de la de Paniagua, la heredad del Berrocal, la cuarta parte de la dehesa de Aldeanueva de Beringues, la octava parte del molino de Tajabor, la dehesa de la Herguijuela, la de Guadalerva, la de Mari-Juan, la de la Bazagona, etc. En 1.462 se apropiaron los Duques del pago de la moneda foránea, que fue también a parar al convento.Así mismo pasaron al convento las grandes fincas de olivos.

El día 13 de abril de 1.487 se bendijo la iglesia y el convento y tomaron posesión de ellos los frailes dominicos. Estos frailes ya estaban en la ciudad desde hacía casi trescientos años, y al cambiarse de convento, el antiguo pasó a llamarse Santo Domingo El Viejo, este viejo convento estaba emplazado detrás de la ermita de San Miguel, frente al quinto cubo contando desde la Puerta de Talavera a la del Sol. Estaría en lo que hoy es la Avda. del Valle, cerca del Caño Soso.

Como este convento estaría en muy mal estado, la Duquesa mandó construir otro pequeño en el año 1.468, pero suficiente para los frailes que había en ese momento en la ciudad. Este segundo convento estuvo habitado durante unos veinte años. La calle donde estaba situado este segundo convento, recibió su nombre pasando a denominarse calle de Santo Domingo el Viejo, cerca de la calle Ancha. Por lo tanto, los Dominicos tuvieron en la ciudad tres conventos, aunque no simultáneamente, sino uno tras de otro.

Fue muy famosa la biblioteca del tercer convento pues estaba considerada una de las mejores de su época.

Los primeros libros fueron los de la biblioteca de Rodrigo Carvajal y Nieto, caballero de Santiago, su entrega la realizó Gonzalo de Carvajal y Trejo, con poderes del propietario. Se entregaron 2.809 libros, entre manuscritos e impresos, relativos a los santos Padres, biblias, glosas, libros griegos, hebreos e italianos. Estos libros estaban en la biblioteca de la casa del Berrocal.

 Para darnos una idea diremos que un apéndice de ella era la biblioteca entera del don García de Loaysa, arzobispo de Toledo. Por herencia llegó a su sobrino D. Pedro de Carvajal, obispo de Coria y este la dejó en su testamento al convento en el año 1.750. Esta entrega se realizo como pago de cierta deuda que tenía D. Diego Esteban de Carvajal, el cual puso como condiciones del pago la obligación de no vender ningún libro jamás, excepto los que pudieran resultar duplicados, y aun esos habían de ser exclusivamente de las secciones hebrea, griega e italiana. Así mismo impuso otra condición, la cual fue que se pusiera un rótulo en la biblioteca que dijese así:

 

El señor García de Loaysa arzobispo de Toledo e maestro del príncipe Don Phelipe III dejó su librería a sus sobrinos Don Pedro de Carvajal, Dean de Toledo y Obispo de Coria y Don Álvaro de Carvajal Capellán y Limosnero Mayor de S. M. y Abad de Santa Leocadia, electo Obispo de Zamora. Los cuales la dexaron al señor Don Diego Esteban de Carvajal y Nieto, Comendador de Castroverde de la Orden de Santiago su sobrino. Y su hijo Don Rodrigo Ignacio de Carvajal, cavallero de la dicha Orden la entregó a este convento con algunas cargas, como consta de escriptura. Año de MDCL.


                                 

Hoy en día se conserva una parte de esta biblioteca en el convento dominico de San Esteban de Salamanca. Otra parte importante está en el Escorial, pues en 1.739, reinando Felipe V., salió un cargamento de libros sin que se sepa el número que lo componía. La segunda salida de libros para el Escorial se realizó en el año 1.753, en virtud de la orden dada por el ministro de Estado, José Carvajal y Lancáster, el cual comisionó a Ascensio de Morales para recoger documentos por todo el país con el fin de escribir una nueva historia de España. El total de volúmenes enviados a Madrid fue de 146, y a cambio de ellos la comunidad recibió una serie de libros que previamente habían solicitado, pero que no fueron de su agrado.

De los libros que se mandaron a Madrid, se cree que un 60% fueron catalogados, y el resto, muchos de ellos sin encuadernar, se perdieron.

Uno de los libros que fueron enviados al Escorial fue el manuscrito de “Los Cien Capítulos”, de este manuscrito solo se conocen 4 ejemplares. El manuscrito de Plasencia está catalogado con el nº Ms.8405 BNM. Este libro de Los Cien Capítulos es uno de los principales ejemplos de prosa sapiencial castellana. En el año 1.960, Agapito Rey hizo una nueva edición de esta obra.

Con la ocupación francesa en la ciudad, (1.808) se terminó de perder lo poco que quedaba de la biblioteca. El convento fue utilizado como cuartel de las tropas gabachas y los destrozos que realizaron fueron acompañados del expolio de las obras de arte que les gustó, las cuales se fueron a Francia, sin que se sepa nada de ellas.

(D. Virgilio Vegazo, Deán del Cabildo de la Catedral ha estudiado la ubicación de esta biblioteca de Santo Domingo, y es el autor de los datos aquí recogidos.)

Los estudios realizados en este convento estaban adscritos al convento de San Esteban de Salamanca, y convalidados por la Universidad de Salamanca, por lo cual podemos decir que en este convento de San Vicente estuvo la primera universidad de Extremadura. Estaba dotado de Cátedra de Teología Moral, para la cual estaban destinados exclusivamente cinco religiosos del convento. Así mismo se estudiaba Filosofía y Estudios de Arte. En el año 1.628 fue elegido como uno de los conventos para los Estudios Generales de la Orden Dominica.

En 1.606 para adecuar los estudios y comportamientos sociales a los Estatutos y Privilegios de los Colegios Mayores, pidieron al Papa Pablo V que "calificase esta casa con estatuto de limpieza, para que no pudiese vivir en ella ninguno que fuese de linaje de judíos o moros, ni de otra ninguna secta nuevamente convertido a la fe, ni penitenciados por el Santo Oficio", estas peticiones se fundamentaban en que así los que estudiasen en el convento adquirirían " más nombre y fama de limpios y calificados" pues se tenía el proyecto de traer a Plasencia el Santo Tribunal de la Inquisición que estaba en Llerena, y los frailes que pertenecieran a el tenían que estar totalmente fuera de sospechas de tener sangre de judío o moro. 

 


La iglesia tiene una nave magnifica, de estilo gótico tardío y cinco capillas laterales, donde se enterraban las familias importantes de la ciudad. Cuenta Antonio Ponz en su viaje por España: “En una de estas capillas (la de San Juan), se ve un magnífico sepulcro consistente en un nicho adornado con dos columnas corintias a cada lado; sobre una urna hay una estatua de rodillas, ejecutada en mármol y con armadura de lo más excelente que yo he visto por España desde que se hicieron las Bellas Artes, llena de gracia, grandiosidad y expresión, de suerte que manos y cabeza parecen obra de antiguos griegos."

Esta estatua representaba a don Martín Nieto, Bailio de la orden de San Juan de Malta, de las Nueve Villas y comendador de Yébenes, que falleció en el año de 1.597. En 1.810 las tropas francesas decapitaron y arrancaron las manos de la estatua y quemaron las capillas y retablos de la iglesia. Hoy en día se puede admirar los restos de esta magnífica obra en la entrada del Parador de Plasencia.

 Esta Capilla del Sagrado Corazón, se llamó antes de Santo Tomás y San Juan Bautista, y fue propiedad de don Pedro Barona, hijo de don Iñigo Barona y Pacheco, Caballero de Alcántara. Este don Pedro vendió la capilla a la familia Nieto, la cual hizo en ella sus enterramientos, entre ellos el del célebre Bailio y Canciller de la Orden de San Juan de Malta, don Martín. (J. Rosado)

 Como nota curiosa diremos que el duque fundador del convento e iglesia dejó en su testamento la siguiente manda:

Quiero y mando que cuando Nuestro Señor pluguiere llevarme de la presente vida que mi cuerpo sea sepultado en el monasterio de3l Señor San Vicente de la orden de los predicadores que yo y la duquesa doña Leonor mi esposa que Dios tenga en su santa gloria mandamos hacer y edificar en la my ciudad de Plasencia. Y mando que me sea hecha una noble y rica sepultura con un bulto de alabastro con todo lo demás que pareciere que fuere necesario según pertenece a mi estado y según fuese bien visto a mis testamentarios”.

Pues a pesar de la manda testamentaria, de haber edificado el edificio y de quedar testamentarios para realizarlo, nunca se hizo el túmulo de alabastro ni ningún otro para el duque, simplemente se le enterró en la cripta que posee la familia en los bajos de la iglesia.

La cabecera de la iglesia es pentagonal, y está separada del resto de la iglesia por unas empinadas escaleras. 

La fachada es más moderna, del año 1.577, la realizó el maestro Juan Álvarez, es de estilo compuesto, con cuatro columnas y un ático encima, en el frontal se pueden observar los escudos de la Orden Dominica y de los fundadores.
 El retablo del altar mayor es de estilo renacentista, esta compuesto de tres cuerpos de diez columnas clásicas jónicas y corintias. lo adornan 12 pinturas de la escuela española del siglo XVI, debidas al pintor placentino Miguel Martínez, ayudado por su esposa Luisa de Quintana.

 El claustro es de estilo isabelino; se adorna con escudos papales y de los Zúñiga y Pimentel, en el aun se conservan algunos trozos del artesonado mudéjar. Todo el convento es de piedra de sillería, dando una imagen de gran fortaleza.


En la antesacristía se puede contemplar una escalera renacentista muy singular: es toda ella de piedra, y haciendo el vuelo en forma de cuadro, no se apoya en ningún lateral. El tercer arco es el más espectacular, al tratarse de un arco carpanel en bajada.

Encima de la escalera hay una inscripción que dice así: Juan Álvarez 1.487. Este Juan Álvarez fue aparejador de la catedral en el año 1.574. Esta escalera es conocida en la ciudad con el nombre de “Escalera al aire”.

 


En la sacristía se conserva un panel de cerámica de Talavera, del siglo XVI en el cual está representada la pasión de Jesucristo. Este panel de azulejos tiene gran valor artístico, se atribuye al artista flamenco Juan Flores. El friso consta de 1390 azulejos, tiene una anchura de casi diez metros, y una altura en su centro cercana a los cinco metros. Este panel está dividido en ocho apartados en los cuales se ven diversos santos como San Pedro, San Pablo, Santa Catalina, Etc...

 

 


También se pueden ver estos azulejos en el refectorio (comedor), en el cual hay un zócalo de azulejos talaveranos pintados, del siglo XVI. Al destinar el convento a Parador Nacional, se han subido estos azulejos más altos para evitar el roce de las personas con ellos y así preservarlos del desgaste.

 


 El órgano o los restos de lo que quedan de el, lo construyó en el año 1.756 D. Francisco de Yustas,

(el cual era muy famoso construyendo órganos). La caja del órgano la realizo Francisco Gómez de Aguilar, y la doró Alfonso de San Juan. Costó toda la obra 30.000 reales.

 

En el solar de lo que hoy es el convento, había una mota o fortaleza mora y una sinagoga judía, esta mota y la sinagoga fueron destruidas al edificarse el convento. Nos encontramos con la curiosidad de que el mismo solar ha servido a las tres grandes religiones monoteístas. Aunque el convento está desde su creación bajo la advocación de San Vicente Ferrer, en Plasencia se le conoce como el convento de Santo Domingo, debido a la larga permanencia de los Dominicos en él. Los Dominicos tenían tanto poder que consiguieron del Papa Gregorio XIII, que el día de su patrón, Santo Domingo, se considerara fiesta en las poblaciones donde ellos tenían conventos. Así en Plasencia, en el sínodo que convocó el Obispo Noroña, en el año 1.582, se dice textualmente:

 "A çinco de Agosto, dia de Sancto Domingo, solamente en esta çiudad, por aver monasterio suyo en ella por propio motu de Gregorio deçimoterçio, so pena de pecado mortal. Y se a de guardar asimismo en otra qualquiera parte deste Obispado donde aya dicho monasterio."

Las Cofradías del Santísimo Rosario, Niño Jesús y la Soledad, tenían su sede en este convento. La cofradía del Santísimo Rosario tenía por misión el fomento del Rosario ente la población, no olvidemos que el creador del Rosario fue Santo Domingo, patrón de esta orden. La capilla de esta cofradía tenía concedido por el papa Pio IV jubileo plenísimo el día de San Vicente Ferrer (segundo domingo de julio) y el día de Pascua de Resurrección.

 Si se visitaba esta capilla en los días nombrados, habiendo confesado y comulgado, se conseguían los siguientes beneficios: Remisión de todos los pecados, aunque fuesen muy graves y enormes y reservados a la sede apostólica, excepto los que se contenían en la bula “In Coena Domini”.

Quedaban perdonados todos los votos que se hubiesen hecho y no se hubiesen realizado, excepto los de visitar Roma, Santiago de Compostela y Tierra Santa, así como los de castidad y religión.

Este jubileo se podía ganar para vivos o muertos, es decir, que la persona que lo ganase lo podía aplicar por el alma de un difunto, con lo cual iría al cielo casi con seguridad, o bien por un enfermo que no pudiese visitar dicha capilla.

 En el año 1.838 se mandó bajar las campanas de este convento, pues las autoridades del momento no querían que sonasen, alegando que su sonido molestaba a los obreros.

                                 


Los dominicos estuvieron en este convento hasta la desamortización de Mendizábal. Después de la Guerra Civil lo habitaron los Claretianos y después llegaron los Servitas, los cuales estuvieron hasta su cierre.

En esta iglesia fundó el sacerdote D. Eladio Mozas Santamera la cofradía de la Santísima Trinidad, la cual estaba representada en una de las capillas laterales. Este sacerdote fue el fundador de las monjas Josefinas.

 Esta iglesia de San Vicente Ferrer se cerró al culto en el año 1.988, y en el año 1.989, se firmó la cesión del templo por parte del Obispado, a la Junta de Extremadura.

La cesión se hizo por un periodo de 99 años, y la Junta se comprometió a su restauración y mantenimiento.

El Obispo Aceves, autorizó el desmantelamiento de los altares, objetos, imágenes, y accesorios del templo; se llegó a quitar incluso varias rejas de las capillas laterales, que fueron a parar a otras iglesias de la diócesis.

Nuevos descubrimientos en la Iglesia de Santo Domingo.

 Hace unos años, los que formamos parte de este bloc estudiamos el epitafio descubierto que se encontraba oculto detrás de un altar de principios del siglo XX.

Indagando y ayudados con linternas, pudimos descubrir las magníficas columnas de estilo gótico corintio, así como una lápida de inscripción latina cristiana con un versículo de la Biblia (Job 14), que dice Expecto done veniat im mutatio me”. O sea: “espero hasta que llegue mi transformación”, la vida eterna.

 

La iglesia de Santo Domingo tiene una nave magnifica, de estilo gótico tardío y cinco capillas laterales, donde se enterraban las familias importantes de la ciudad. Cuenta Antonio Ponz en su viaje por España en 1743, la pudo contemplar en su plenitud la famosa estatua orante del placentino Martín Nieto antes de ser destrozada como es sabido por los franceses.

 Nos relata en su libro “En una de estas capillas (la de San Juan), se ve un magnífico sepulcro consistente en un nicho adornado con dos columnas corintias a cada lado; sobre una urna hay una estatua de rodillas, ejecutada en mármol y con armadura de lo más excelente que yo he visto por España desde que se hicieron las Bellas Artes, llena de gracia, grandiosidad y expresión, de suerte que manos y cabeza parecen obra de antiguos griegos."



 Esta estatua representaba a don Martín Nieto, Bailío de la orden de San Juan de Malta, de las Nueve Villas y comendador de Yébenes, que falleció en el año de 1.597. En 1.810 las tropas francesas decapitaron y arrancaron las manos de la de la estatua y quemaron las capillas y retablos de la iglesia. Hoy dia se puede admirar los restos de esta magnífica estatua en el Parador de Plasencia.

Gracias a Antonio Ponz, representa a don Martin Nieto, Bailío de las Ordenes de San Juan de las nueve Villas y comendador de Yébenes, que fundó la Capilla, según dice el epitafio, en el cual se lee que falleció el 29 de julio de 1597.Es muy bueno el altar con dos cuerpos, dórico y corintio.

 El trono puede verse y estudiarse detalladamente las diversas partes de la armadura y correajes-. Allí están, el peto, gorjal, falda y escalera (ambas de malla primorosa y detalladamente esculpidas), guarda brazos, y sobaqueras, bracéeles, codales, los quijotes, las grelas.

También están esculpidos finalmente al máximo detalle el correaje así como las hebillas, tuercas y ganchos, clavetes y aldabillas.

 Esta autentica "Joya Mutilada", pensamos que sería posible llevarla a su ubicación anterior, por parte de nuestro Ayuntamiento y a través de la concejalía de Cultura, se llevaran las gestiones oportunas, siendo conscientes del gran valor histórico artístico  de la estatua, no solo para Plasencia sino para el Patrimonio de Extremadura, colocarla en su altar, que es primoroso, una vez que se retirase un horrendo retablo de madera de estilo neo-clásico montado al principios del siglo pasado.

 

 


         
                                                 José Antonio Pajuelo Jiménez.

 

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