DATOS PARA SU HISTORIA.
Este convento de San Vicente Ferrer lo mandaron construir los duques de Zùñiga
don Álvaro de Zùñiga y su segunda mujer doña Leonor de Pimentel, por el año de
1.464.
Cuenta una vieja tradición que mandaron construir el convento por haber recibido del santo el milagro de resucitar al hijo de los duques don Juan de Zùñiga, el cual llegó a ser Maestre de Alcántara a los 14 años, a Cardenal Arzobispo de Sevilla y murió electo para Santiago en el año 1.504. Su capelo de cardenal estaba colgado del crucero de la iglesia. Nicolás Díaz y Pérez, en su libro “El Plutarco Extremeño”, dice que se erigió para conmemorar el nacimiento de este hijo. Este D. Juan fue el último Gran Maestre de Alcántara, ya que renunció de su cargo a favor de los Reyes Católicos los cuales lo ostentaron desde entonces. En el orden cronológico ocupó el puesto 37 de Gran Maestre de Alcántara. falleció en Guadalupe y fue sepultado en medio del crucero y capilla mayor, su sepultura carente de inscripción, destacada por un cuadrado de losas azules, y sobre esta, se puso pendiente de la bóveda de la iglesia su capelo de cardenal, que fue retirado a finales del siglo XX.
El convento se
empezó a construir en el año 1.473, y se terminó en el año 1.487. El autor de
los planos fue Pedro de Ezquerra, y su hijo Juan fue el autor de la escalera al
aire. El cantero Pedro González fue el maestro de toda la obra. Este cantero
era natural de Plasencia y esta considerado el mejor cantero de la ciudad. Este
hombre era viudo y al terminar el convento entró de fraile en el mismo.
Aunque fueron
los duques los que lo oficialmente lo iban a costear, no fue bastante el dinero
que tenían y tuvieron que recurrir al Papa, Sixto IV, el cual concedió que los
bienes del casi extinguido convento de San Marcos, las fundaciones de doña
Sevilla de Carvajal, para religiosas, la de doña Catalina Jiménez, para un
hospital, y otras que aun no estaban ejecutadas ni cumplidas las voluntades de
sus fundadores. Todas fueran a parar para la ejecución de la iglesia y
convento. También hay que reseñar que la mota o fortaleza que había en el solar
donde se realizó el convento era de la ciudad y por lo tanto el Duque se
apropió de terreno público para su uso particular.
Este Papa
conocía a la duquesa de cuando era cardenal y se llamaba Francisco de la
Rovera, y vino a Castilla como procurador general de los franciscanos, en esa
época fue protegido de la duquesa. En la catedral se conserva una imagen de este
Papa, está en la primera columna entrando por la puerta norte.
Así y todo
tampoco fue bastante, y la duquesa se dirigió al rey D. Enrique IV. el cual
expidió una cédula por la cual concedió un Juro perpetuo de Servicio y Montazgo
en el puerto de Malpartida, de 50.000 mrs. a beneficio del convento.
El día 13 de
abril de 1.487 se bendijo la iglesia y el convento y tomaron posesión de ellos
los frailes dominicos. Estos frailes ya estaban en la ciudad desde hacía casi
trescientos años, y al cambiarse de convento, el antiguo pasó a llamarse Santo
Domingo El Viejo, este viejo convento estaba emplazado detrás de la ermita de
San Miguel, frente al quinto cubo contando desde la Puerta de Talavera a la del
Sol. Estaría en lo que hoy es la Avda. del Valle, cerca del Caño Soso.
Como este
convento estaría en muy mal estado, la Duquesa mandó construir otro pequeño en
el año 1.468, pero suficiente para los frailes que había en ese momento en la
ciudad. Este segundo convento estuvo habitado durante unos veinte años. La
calle donde estaba situado este segundo convento, recibió su nombre pasando a
denominarse calle de Santo Domingo el Viejo, cerca de la calle Ancha. Por lo
tanto, los Dominicos tuvieron en la ciudad tres conventos, aunque no
simultáneamente, sino uno tras de otro.
Fue muy famosa
la biblioteca del tercer convento pues estaba considerada una de las mejores de
su época.
Los primeros
libros fueron los de la biblioteca de Rodrigo Carvajal y Nieto, caballero de
Santiago, su entrega la realizó Gonzalo de Carvajal y Trejo, con poderes del
propietario. Se entregaron 2.809 libros, entre manuscritos e impresos,
relativos a los santos Padres, biblias, glosas, libros griegos, hebreos e
italianos. Estos libros estaban en la biblioteca de la casa del Berrocal.
“El señor García de Loaysa arzobispo
de Toledo e maestro del príncipe Don Phelipe III dejó su librería a sus
sobrinos Don Pedro de Carvajal, Dean de Toledo y Obispo de Coria y Don Álvaro
de Carvajal Capellán y Limosnero Mayor de S. M. y Abad de Santa Leocadia,
electo Obispo de Zamora. Los cuales la dexaron al señor Don Diego Esteban de
Carvajal y Nieto, Comendador de Castroverde de la Orden de Santiago su sobrino.
Y su hijo Don Rodrigo Ignacio de Carvajal, cavallero de la dicha Orden la
entregó a este convento con algunas cargas, como consta de escriptura. Año de
MDCL.”
Hoy en día se conserva una parte de esta biblioteca en el convento dominico de San Esteban de Salamanca. Otra parte importante está en el Escorial, pues en 1.739, reinando Felipe V., salió un cargamento de libros sin que se sepa el número que lo componía. La segunda salida de libros para el Escorial se realizó en el año 1.753, en virtud de la orden dada por el ministro de Estado, José Carvajal y Lancáster, el cual comisionó a Ascensio de Morales para recoger documentos por todo el país con el fin de escribir una nueva historia de España. El total de volúmenes enviados a Madrid fue de 146, y a cambio de ellos la comunidad recibió una serie de libros que previamente habían solicitado, pero que no fueron de su agrado.
De los libros
que se mandaron a Madrid, se cree que un 60% fueron catalogados, y el resto,
muchos de ellos sin encuadernar, se perdieron.
Uno de los libros que fueron enviados al Escorial fue el manuscrito de “Los Cien Capítulos”, de este manuscrito solo se conocen 4 ejemplares. El manuscrito de Plasencia está catalogado con el nº Ms.8405 BNM. Este libro de Los Cien Capítulos es uno de los principales ejemplos de prosa sapiencial castellana. En el año 1.960, Agapito Rey hizo una nueva edición de esta obra.
Con la
ocupación francesa en la ciudad, (1.808) se terminó de perder lo poco que
quedaba de la biblioteca. El convento fue utilizado como cuartel de las tropas
gabachas y los destrozos que realizaron fueron acompañados del expolio de las
obras de arte que les gustó, las cuales se fueron a Francia, sin que se sepa
nada de ellas.
(D. Virgilio
Vegazo, Deán del Cabildo de la Catedral ha estudiado la ubicación de esta
biblioteca de Santo Domingo, y es el autor de los datos aquí recogidos.)
Los estudios
realizados en este convento estaban adscritos al convento de San Esteban de
Salamanca, y convalidados por la Universidad de Salamanca, por lo cual podemos
decir que en este convento de San Vicente estuvo la primera universidad de
Extremadura. Estaba dotado de Cátedra de Teología Moral, para la cual estaban
destinados exclusivamente cinco religiosos del convento. Así mismo se estudiaba
Filosofía y Estudios de Arte. En el año 1.628 fue elegido como uno de los
conventos para los Estudios Generales de la Orden Dominica.
En 1.606 para adecuar los estudios y comportamientos sociales a los Estatutos y Privilegios de los Colegios Mayores, pidieron al Papa Pablo V que "calificase esta casa con estatuto de limpieza, para que no pudiese vivir en ella ninguno que fuese de linaje de judíos o moros, ni de otra ninguna secta nuevamente convertido a la fe, ni penitenciados por el Santo Oficio", estas peticiones se fundamentaban en que así los que estudiasen en el convento adquirirían " más nombre y fama de limpios y calificados" pues se tenía el proyecto de traer a Plasencia el Santo Tribunal de la Inquisición que estaba en Llerena, y los frailes que pertenecieran a el tenían que estar totalmente fuera de sospechas de tener sangre de judío o moro.
Esta estatua representaba a don Martín Nieto, Bailio de la orden de San Juan de Malta, de las Nueve Villas y comendador de Yébenes, que falleció en el año de 1.597. En 1.810 las tropas francesas decapitaron y arrancaron las manos de la estatua y quemaron las capillas y retablos de la iglesia. Hoy en día se puede admirar los restos de esta magnífica obra en la entrada del Parador de Plasencia.
“Quiero y mando que cuando Nuestro
Señor pluguiere llevarme de la presente vida que mi cuerpo sea sepultado en el
monasterio de3l Señor San Vicente de la orden de los predicadores que yo y la
duquesa doña Leonor mi esposa que Dios tenga en su santa gloria mandamos hacer
y edificar en la my ciudad de Plasencia. Y mando que me sea hecha una noble y
rica sepultura con un bulto de alabastro con todo lo demás que pareciere que
fuere necesario según pertenece a mi estado y según fuese bien visto a mis
testamentarios”.
Pues a pesar
de la manda testamentaria, de haber edificado el edificio y de quedar
testamentarios para realizarlo, nunca se hizo el túmulo de alabastro ni ningún
otro para el duque, simplemente se le enterró en la cripta que posee la familia
en los bajos de la iglesia.
La cabecera de la iglesia es pentagonal, y está separada del resto de la iglesia por unas empinadas escaleras.
El claustro es de estilo isabelino; se adorna con escudos papales y de los Zúñiga y Pimentel, en el aun se conservan algunos trozos del artesonado mudéjar. Todo el convento es de piedra de sillería, dando una imagen de gran fortaleza.
Encima de la
escalera hay una inscripción que dice así: Juan Álvarez 1.487. Este Juan
Álvarez fue aparejador de la catedral en el año 1.574. Esta escalera es
conocida en la ciudad con el nombre de “Escalera al aire”.
En el solar de
lo que hoy es el convento, había una mota o fortaleza mora y una sinagoga
judía, esta mota y la sinagoga fueron destruidas al edificarse el convento. Nos
encontramos con la curiosidad de que el mismo solar ha servido a las tres
grandes religiones monoteístas. Aunque el convento está desde su creación bajo
la advocación de San Vicente Ferrer, en Plasencia se le conoce como el convento
de Santo Domingo, debido a la larga permanencia de los Dominicos en él. Los
Dominicos tenían tanto poder que consiguieron del Papa Gregorio XIII, que el
día de su patrón, Santo Domingo, se considerara fiesta en las poblaciones donde
ellos tenían conventos. Así en Plasencia, en el sínodo que convocó el Obispo
Noroña, en el año 1.582, se dice textualmente:
Las Cofradías
del Santísimo Rosario, Niño Jesús y la Soledad, tenían su sede en este
convento. La cofradía del Santísimo Rosario tenía por misión el fomento del
Rosario ente la población, no olvidemos que el creador del Rosario fue Santo
Domingo, patrón de esta orden. La capilla de esta cofradía tenía concedido por
el papa Pio IV jubileo plenísimo el día de San Vicente Ferrer (segundo domingo
de julio) y el día de Pascua de Resurrección.
Quedaban
perdonados todos los votos que se hubiesen hecho y no se hubiesen realizado,
excepto los de visitar Roma, Santiago de Compostela y Tierra Santa, así como
los de castidad y religión.
Este jubileo
se podía ganar para vivos o muertos, es decir, que la persona que lo ganase lo
podía aplicar por el alma de un difunto, con lo cual iría al cielo casi con
seguridad, o bien por un enfermo que no pudiese visitar dicha capilla.
En esta
iglesia fundó el sacerdote D. Eladio Mozas Santamera la cofradía de la
Santísima Trinidad, la cual estaba representada en una de las capillas
laterales. Este sacerdote fue el fundador de las monjas Josefinas.
La cesión se
hizo por un periodo de 99 años, y la Junta se comprometió a su restauración y
mantenimiento.
El Obispo
Aceves, autorizó el desmantelamiento de los altares, objetos, imágenes, y
accesorios del templo; se llegó a quitar incluso varias rejas de las capillas
laterales, que fueron a parar a otras iglesias de la diócesis.
Nuevos
descubrimientos en la Iglesia de Santo Domingo.
Hace unos años, los que formamos parte de este bloc estudiamos el epitafio descubierto que se encontraba oculto detrás de un altar de principios del siglo XX.
Indagando y
ayudados con linternas, pudimos descubrir las magníficas columnas de estilo
gótico corintio, así como una lápida de inscripción latina cristiana con un
versículo de la Biblia (Job 14), que dice “Expecto done veniat im mutatio me”. O sea: “espero hasta que llegue mi
transformación”, la vida eterna.
La iglesia de
Santo Domingo tiene una nave magnifica, de estilo gótico tardío y cinco
capillas laterales, donde se enterraban las familias importantes de la ciudad.
Cuenta Antonio Ponz en su viaje por España en 1743, la pudo contemplar en su plenitud
la famosa estatua orante del placentino Martín Nieto antes de ser destrozada
como es sabido por los franceses.
Nos relata en su libro “En una de estas capillas (la de San Juan), se ve un magnífico sepulcro consistente en un nicho adornado con dos columnas corintias a cada lado; sobre una urna hay una estatua de rodillas, ejecutada en mármol y con armadura de lo más excelente que yo he visto por España desde que se hicieron las Bellas Artes, llena de gracia, grandiosidad y expresión, de suerte que manos y cabeza parecen obra de antiguos griegos."
Esta estatua representaba a don Martín Nieto, Bailío de la orden de San Juan de Malta, de las Nueve Villas y comendador de Yébenes, que falleció en el año de 1.597. En 1.810 las tropas francesas decapitaron y arrancaron las manos de la de la estatua y quemaron las capillas y retablos de la iglesia. Hoy dia se puede admirar los restos de esta magnífica estatua en el Parador de Plasencia.
Gracias a
Antonio Ponz, representa a don Martin Nieto, Bailío de las Ordenes de San Juan
de las nueve Villas y comendador de Yébenes, que fundó la Capilla, según dice
el epitafio, en el cual se lee que falleció el 29 de julio de 1597.Es muy bueno
el altar con dos cuerpos, dórico y corintio.
El trono puede verse y estudiarse detalladamente las diversas partes de la armadura y correajes-. Allí están, el peto, gorjal, falda y escalera (ambas de malla primorosa y detalladamente esculpidas), guarda brazos, y sobaqueras, bracéeles, codales, los quijotes, las grelas.
También están
esculpidos finalmente al máximo detalle el correaje así como las hebillas,
tuercas y ganchos, clavetes y aldabillas.
Esta autentica "Joya Mutilada", pensamos que sería posible llevarla a su ubicación anterior, por parte de nuestro Ayuntamiento y a través de la concejalía de Cultura, se llevaran las gestiones oportunas, siendo conscientes del gran valor histórico artístico de la estatua, no solo para Plasencia sino para el Patrimonio de Extremadura, colocarla en su altar, que es primoroso, una vez que se retirase un horrendo retablo de madera de estilo neo-clásico montado al principios del siglo pasado.
José
Antonio Pajuelo Jiménez.
www.lavozdemayorga.blogspot.com www.lavozdeplasencia.blogspot.com
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